Capítulo 13: El deseo de la reina del hielo

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Nariyuki: (Entra cargado) Tad- (Al ver el bulto bajo el edredón blanco revuelto, se da cuenta y se calla)

(...)

(Mafuyu se despierta con el pelo despeinado, la manga de la camisa medio caída, cara de dormida, el rímel medio corrido y babeando un poco. Mira a Nariyuki y se pone roja como un tomate. Nariyuki la mira, se sonroja y gira la cara avergonzado)

Mafuyu: (Avergonzada y nerviosa) ¡O-Olvida! ¡Olvida lo que acabas de ver, Yuiga-kun!

(...)

(Mafuyu sale del baño, adecentada)

Nariyuki: Lo siento, sensei, no era mi intención. He colocado la compra, limpiado y ordenado mientras dormías.

Mafuyu: (Apagada) Gracias. ¿Qué hora es?

Nariyuki: (Mira el móvil) Las doce.

Mafuyu: (Sorprendida) ¡Qué tarde! Voy a preparar la comida. Perdona que me quedase dormida. (Se pone a cocinar, pero se le ve distraída, preocupada y apagada)

(Nariyuki se levanta y se pone a ayudarla)

Mafuyu: Suelta eso. Tú ya has hecho bastante. Ponte a estudiar o a preparar las clases de la próxima semana.

Nariyuki: Pero sensei...

Mafuyu: Nada de peros.

(Nariyuki se sienta a estudiar pero se distrae mirando a Mafuyu, preocupado. Mafuyu prepara la comida, pero al rato se corta por estar distraída)

Nariyuki: (Un poco sobresaltado) Pon la mano bajo el grifo, iré a por tiritas.

Mafuyu: Gracias. (Se seca la mano)

Nariyuki: (Le pone la tirita y un poco de esparadrapo) Así aguantará mientras cocinas. (Preocupado, la mira a los ojos) ¿Qué te ocurre? Desde que te levantaste estás muy apagada y distraída, ¿ha pasado algo?

Mafuyu: (Apagada y seria, aparta la mirada) No. No ha pasado nada.

Nariyuki: (Preocupado) ¿Y por qué estás así entonces?

(Mafuyu desvía la mirada, triste)

Nariyuki: (Preocupado) Sensei, si no me dices qué es lo que ocurre no hay forma de que pueda ayudarte. Quizá no pueda hacer mucho, pero déjame que lo intente al menos, como la última vez. (Mafuyu lo mira a los ojos, algo sorprendida) Quiero que seas feliz. Sea lo que sea aquello que te preocupa, quiero que sepas que puedes contar conmigo. Si no puedo ayudarte, al menos puedo escucharte.

Mafuyu: (Conmocionada) Yuiga-kun... (Comienza a llorar)

Nariyuki: (Preocupado) Sensei... (Piensa nervioso: «¿Qué debería hacer?, ¿consolarla?, ¿abrazarla?, ¿dejar que se desahogue?»)

Mafuyu: (Se enjuga las lágrimas y gimotea) ¿Recuerdas cuando hace un par de semanas me preguntaste si creía que mi vida hasta ahora había sido feliz o si me quedaban todavía sueños por cumplir?

Nariyuki: Sí.

Mafuyu: Pues tengo miedo. Miedo a quedarme sola, miedo a no llegar a casarme, miedo a no tener nunca hijos... Yo ya tengo una edad, y cuando pienso en mi futuro... Cuidar estos días a Natsumi y a Akiko me ha hecho reafirmar algo que llevaba anhelando desde ya hace un tiempo... Formar una familia. Toda mi vida he estado pendiente de mis logros académicos, laborales y personales: en mi adolescencia nunca salía con mis amigos, siempre llevé una vida sacrificada y dedicada exclusivamente al patinaje; y como profesora me cerré al resto del mundo y me dediqué a mi trabajo sin molestarme en establecer vínculos nadie... Eso... hasta que te conocí. Tú me has ayudado a hacer las paces con mi pasado, a mejorar mi presente y a tener valor para luchar por el futuro que quiero. Pero ahora... Lo que anhelo no es más que un sueño... Un sueño que nunca se hará realidad...

Mafuyu Kirisu, la flor del hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora