Otro cuento de hadas (erótico)

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Nota de autor:

Les aviso que este cuento está subidito de tono, precisamente porque lo escribí para un proyecto en donde se buscaba practicar escribiendo este tipo de escenas que a mi parecer son dificilísimas.

Gracias por leer!

❤❤❤   ❤❤❤

Su cuerpo desnudo cubierto en sudor y aceite de coco se aparecía en mi mente una y otra vez, mientras la profesora hablaba sobre el valor nutricional de la vitamina B12. En cada parpadeo veía su cuerpo jadeando sobre el mío mientras sus ojos miel devoraban los míos con su intensa mirada. Era el primer día de clases de mi último semestre de gastronomía y estaba pasando en blanco por culpa de las imágenes del día anterior flasheando en mi mente incansablemente.

No sabía sí culpar a las burbujas del champán, a mi disfraz de hada o al descaradamente guapo papá que me hizo sentir como la mujer más hermosa y sexy del planeta, pero nada, absolutamente nada de lo que había pasado la noche anterior me describía. Nunca antes me había emborrachado con un champán carísimo. En domingo. Durante una fiesta infantil. Usando una peluca morada y brillantina plateada. Nunca me había acostado con un desconocido. ¡Casado! Y mucho, pero mucho menos le había suplicado yo a alguien entre gritos y gemidos que me hiciera suya sobre la mesa de una cocina.

—¿Andrea, en serio estas bien? —susurró preocupada mi amiga Silvia— ¿Qué tanto ves por la ventana?

No estaba bien, ese placer culposo me estaba matando. Lo que había hecho estaba mal, terriblemente mal, mal de Malolandia, pero al mismo tiempo estaba fascinada ¿cómo algo tan malo se podía sentir tan bien? Había sido algo mágico, poderoso, sucio, que digo sucio, cerdo, cual porn star, cual Kardashian, intenso, loco, salvaje, pero también tierno, dulce... en una palabra delicioso.

Miré nuevamente por la ventana, el viento cosquilleaba las hojas doradas de los árboles obligándolas a bailar y bajar suavemente hacia el suelo y volví a sentir mariposas recorriendo mi panza al recordar nuestro baile sin música a la media noche, desnudos bajo la luz de una linterna; recordé como me tomó despacio por la espalda hasta acostarme sobre un mantel en la mesa de acero helado de la cocina, que calmaba el calor que emanaba desde lo más profundo de mí, mientras yo lo envolvía con mis piernas invitándolo a entrar dentro de mi cuerpo para fundirnos en uno. Lo empujaba hacia mí con deseo y fuerza para sentirlo más y más y más dentro mientras mis dedos abrazaban su pelo sin delicadeza.

Miré nuevamente a mi amiga que me miraba con intriga esperando una respuesta, mordiéndose la uña de su dedo pulgar, abría y cerraba la boca lentamente y nuevas imágenes aparecieron otra vez. Seguro que el hada de pelo morado salida de un cuento porno se apoderó de mi cuerpo y era ella quien lamía el pulgar del sensual desconocido, mientras él miraba con lujuria como lo succionaba, lo mordía delicadamente y paseaba la lengua entre sus dedos.

Asentí con la cabeza para tranquilizar a mi amiga.

La familia con la que trabajaba como niñera los fines de semana celebraba el cumpleaños número cinco de su hija Lisa, misma que me pidió, con esa voz con la que no puedes negarte a nada, que me disfrazara de su hada para que ella pudiera ser una verdadera princesa. También era mi despedida, pues ellos mismos me habían recomendado en una pastelería para iniciar mis prácticas. Por ello celebrábamos con burbujas.

Después de beberme todo el champán del mundo, estaba cantando y bailando en el cuarto con mi princesa y sus amiguitas cuando apareció el susodicho papá.

—Hora de irnos Laura —dijo asomando su cara por la puerta.

—No pato, déjame quedarme un ratito más, mira soy Rapunzel —le contestó girando en su vestido morado.

Desde muy DentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora