Capítulo II

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NamJoon bajó las escaleras de aquel castillo que lo vio crecer, en el cual había pasado toda su vida, hasta el momento, leyendo y aprendiendo, absorbiendo conocimientos para poder llegar a ser un buen líder; alguien en quien sus súbditos confiaran, alguien de fiar, alguien como su padre.

- Buenos días, hijo -. Su madre estaba sentada a un lado de su padre, quien le brindó una sonrisa.
NamJoon sonrió y correspondió la sonrisa del rey.

- Buenos días - Caminó hacia una silla delante de sus padres, tomó la servilleta de tela que había en la mesa, puso sus manos debajo de la mesa, desdoblo la servilleta y la colocó sobre sus piernas.

- ¿Dormiste bien, cariño? - Su madre habló una vez más, él príncipe la vio y asintió con la cabeza.

- ¿Qué tal durmieron ustedes?. - A NamJoon no le incomodaba hablar con cierto afecto hacia sus padres, pero siempre le habían inculcado el respeto, y eso lo mantenía desde que tenía memoria.

- Bien, hijo. - Varios sirvientes llegaron con diferentes y variados platillos para que la familia pudiese degustar.

- Hijo, queríamos hablar de algo contigo. - El Rey soltó la mano de la Reina, subió sus brazos a la mesa, entrelazando sus manos y procurando no poner los codos en la mesa, pues aquello era de mala educación.

- ¿Acerca de que, padre? -.

- La familia ha sido testigo de muchas guerras con el reino del Invierno - Suspiró pesadamente, como si lo que fuese a decir fuese algo malo. - Y con ellas han llegado las muertes de nuestros súbditos, nuestra gente al igual que las personas del otro reino. No podemos seguir así.

NamJoon sonrió, le agradaba aquella idea, su padre siempre había querido reinar bajo términos justos, con paz y armonía entre todos los reinos vecinos, pero aquel reino en específico, el Reino del Invierno, había tenido problemas con el suyo por decisiones erróneas tomadas en el pasado. Lo mejor era buscar una solución, ese algo que logrará que ambos reinos convivieran sin temor a que todo terminara en caos.

- Me parece perfecto - NamJoon sonrió confiado, era muy importante para el que sus padres consultarán, de vez en cuando, las decisiones que se ejercerian para el Reino.

- Hay otra cuestión, NamJoon - El príncipe los miró a ambos con una expresión de duda y curiosidad en el rostro. - Los reyes Park, tienen un hijo de tu edad.

NamJoon asintió.

- Planeamos que ambos, tú y aquel chico, se unan en matrimonio para así poder garantizar la vida en paz de ambas tierras; nuestros súbditos confiaran en los Reyes Park al ver que tú te unes a su hijo, y viceversa. - Aquella propuesta tomó por sorpresa al más joven de los Kim, realmente jamás había pensado en con quién querría pasar el resto de su vida, sólo sabía que debía ser alguien del mismo 'nivel' que su familia, pues alguien de la realeza no podía desposar a un plebeyo. Sus únicas preocupaciones giraban entorno a sus padres y su gente, nada más que eso; si ellos estaban bien, el también lo estaba.
Notó que ya había prolongado el silencio un poco más de lo debido; aceptaría la petición de sus padres, si aquello ayudaría a que no muriera más gente inocente, lo haría.

- Lo haré - Sus padres parecían sorprendidos, aunque felices, por aquella inesperada respuesta. - Si eso ayudara de alguna manera a todas esas personas que confían en nosotros, lo haré sin dudar.

Su madre se levantó de su asiento, caminó hasta su hijo y lo abrazo gentilmente.

- Estoy muy orgullosa de ti, mi Príncipe - NamJoon sonrió, haciendo resaltar sus hoyuelos.

- Yo también lo estoy, hijo - Sintió la mano de su padre tomar la suya, un calor se alojó en su corazón, haciéndolo latir más fuerte, lo estaba haciendo bien, y eso era todo lo que importaba.

[°°°]

Jimin no lo comprendía, realmente no podía entenderlo, ¿acaso sus padres estaban locos o algo por el estilo?.

- ¿Y si nos atacan? - Jimin preguntó, tratando de crear duda en alguno de sus padres, para que no fuesen a visitar aquel reino que tanto dolor les había causado.

- No lo harán, Jimin - El rey Park respondió seguro de sus palabras.

- Es un tratado de paz, cariño. - La madre de Jimin, la reina Park, tomó las manos de su lindo príncipe y las acarició con delicadeza, tratando de transmitirle un poco de confianza al más joven de los integrantes de la familia real. Jimin aún seguía confundido, y permanecía desconfiado en cuanto al repentino interés de aquel reino en tener una reunión con sus padres.

— ¿Estás listo, Jimin? —. Su madre cubrió su cabeza con una fina tela de seda, para proteger su piel del sol, que era un poco más intenso en el reino del otoño.

— Si, madre — Jimin caminaba erguido, con ambas manos en la espalda, se sentía asfixiado al tener aquel traje puesto, toda aquella ropa, aquella vida lo ahogaba.

Jimin subió a aquel barco de madera obscura, mientras subían algunos cuantos empleados, quienes manejarían el curso de aquel medio de transporte acuático, su padre y madre subieron junto con él, sonriendo con seguridad hacia las personas que se quedaban en el reino, aquellos que confiaban en sus padres y en él.
Desvío su mirada al ver a aquel pelinegro sentado en una roca, lo miraba con añoranza, Jimin sintió un impulso de quedarse con él, de saltar al agua salada del mar, nadar y poder abrazar a su querido novio. No se podían despedir, pues ni su madre ni su padre tenían conocimiento de la relación amorosa que ambos sostenían; WooBin le sonrió, Jimin correspondió el gesto pero se distrajo al sentir la mano de su madre tomando su brazo, la observó, ella se despedía de sus súbditos con una gentil sonrisa en los labios, ¿cómo podían vivir tan tranquilos teniendo tantas responsabilidades? Jimin diariamente se cuestionaba el poder llegar a ser como su padre, él no había nacido para liderar, él no había nacido para ser un rey.

[°°°]

Jimin observaba como el ambiente, y el clima, iban cambiando al paso en que se alejaban del reino propio y se acercaban a la estación ajena; el sol era un poco más intenso, pero no había gran diferencia y el clima seguía siendo un poco frío, más bien fresco. Los colores en tonalidades marrón y naranja cobraban vida, dejando atrás los colores monótonos de las notalidades blancas y azules.

Soltó un suspiro al volver a caer en cuenta en que visitarán el reino con el que habían tenido muchos conflictos, guerras y muertes; ¿cómo podían olvidar eso y entrar con toda confianza al territorio enemigo?.

— Hemos llegado — Su padre habló en voz alta y los plebeyos detuvieron la marcha del barco. Personas uniformadas empezaron a atar las cuerdas del barco al muelle del Reino del Otoño, para que este no se fuera con los movimientos calmados, pero constantes, del agua.

Los pequeños y curiosos ojos de Jimin exploraron el perímetro, hasta que cayeron en 3 personas de pie frente al lugar en donde su barco se había detenido.

El hombre, seguramente el Rey, de piel morena, se veía de una edad avanzada, pero no exageradamente mayor, quizá de la edad de su padre o con unos poco años más; estaba de pie, erguido y con la cabeza en alto, su corona brillaba gracias a las piedras preciosas incrustadas en ella y a los rayos del sol.

La mujer, la Reina, portaba un vestido de color vino, bastante bonito y bien hecho, resaltaba su pequeña cintura y el color contrastaba con su piel blanca, portaba una cálida sonrisa, luciendo aquella corona tan estilizada para combinar con aquel elegante vestido y los tantos adornos que llevaba encima.

Por último, aquel joven de piel canela que se encontraba en medio de la pareja, el Príncipe.

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐨𝐨𝐧'𝐬 𝐌𝐚𝐫𝐤彡⌇ ᵒᵐᵉᵍᵃᵛᵉʳˢᵉ.⃗.ⁿᵃᵐᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora