THE OCEAN'S ROAR ━━ h. granger

CHAPTER ONE

❛CAPÍTULO UNO
tren del horror❜

PERCY estaba sentado contra la ventanilla del Expreso de Hogwarts, con la capucha puesta mientras apoyaba la cabeza contra el cristal, con los ojos cerrados mientras se sumía en el sueño. Estaba completamente agotado, ya que la noche anterior hubo luna llena y todavía le dolían los huesos. Teniendo en cuenta que el viaje a Hogwarts iba a ser largo, decidió que era mejor momento que cualquier otro para intentar dormir un poco.

Aunque eso no iba a suceder, ya que oyó que la puerta del compartimento se abría y alguien entraba.

—¡Hora de despertarse, culo! —La voz de Kai Daylight bramó, golpeando el brazo de su amigo. Percy le gruñó levemente, haciendo que el varón se burlara mientras se sentaba en diagonal a él— ¡Qué carajo! No me gruñas maldito perro.

—Kai, ahora no es el momento de insultar a Percy. —Regañó ligeramente Emi Rose, sentándose a su lado—. Es el día después de la luna llena, recuerda. Percy necesita dormir, ha estado despierto toda la noche.

—No significa que pueda gruñirme... —Kai murmuró en voz baja, haciendo un mohín mientras envolvía sus brazos alrededor de sí mismo.

—Gracias Em. —Agradeció Percy, sonriendo a la morena mientras ella le devolvía la sonrisa. Se alegró de haber contado a sus amigos lo que es, parecía quitarse un enorme peso de encima.

Percy terminó de sentarse más erguido para poder mirar a sus amigos. Kai se sentó más cerca de la puerta del compartimento, mientras que Emi se sentó a su lado y enfrente del hombre lobo. El espacio al lado de Percy fue ocupado por su otra buena amiga, Miya Shaw -la que él diría que es la más cercana-. Ella se apartó un trozo de pelo pelirrojo de la cara mientras sonreía al muchacho, que él le devolvió agradecido con ella. Desde que Percy la conoció, Miya siempre había sido muda, sin decir una sola palabra a menos que hiciera señas, (haciendo el lenguaje de señas).

Emi era la que la conocía desde hacía más tiempo -desde que eran muy jóvenes-, y la morena le explicó que Miya había nacido muda, que había nacido sin poder hablar. Percy no sabía la razón por la que no podía -en realidad no estaba seguro de que ella misma lo supiera-, pero cualquiera que fuera la razón no cambiaba el hecho de que fuera su amiga.

—¿Cómo fue tu verano, Percy? —preguntó Emi, captando de nuevo la atención del varón.

Percy se encogió de hombros, en clara señal de que no quería entrar en materia exactamente como respondió. —El mismo que cualquier otro.

No había explicación para esa afirmación, los otros tres adolescentes sabían el mensaje oculto detrás de esas palabras. Además, esas palabras explican los cortes frescos que apenas se asomaban por el cuello de su camisa y las mangas. Miya puso una mano reconfortante en la pierna de Percy, apretando ligeramente para reconfortarlo, que la miró y sonrió en señal de agradecimiento. Emi se limitó a apretar la mandíbula para reprimir las palabras que querían derramarse: no era ningún secreto sabían lo que le había hecho Elijah, y eso le hacía odiar aún más a ese hombre, aunque no lo conocieran.