Omega Huraño (Higuel)

Si no lo pides no se te dará

(Aclaración, esto es un pequeño Markyle y si afecta en la historia, eso es todo los amo owo)

Después de aquella declaración de hechos que había entre su hermano y el Hamada menor, la situación se volvió realmente silenciosa, incluso incómoda. El moreno por su parte trataba de ignorar demasiado el hecho que se sentía atrapado, realmente se estaba interesando en el mayor, pero ahora, después de que este realmente sólo le insinuara que no llegarían a nada fuera de la marca, le dolía.
Entendía un poco más la historia, ahora conocía el otro lado de la moneda, ahora podía decirlo con toda seguridad.

"Los alfas no sufren y sólo aprovechan"

La sensación de vacío en su pecho empezaba a albergarse, al final la historia se repetía, no sería el último omega en esa situación, aunque él estaba a tiempo ¿no?, podría alejarse del chef de una vez, podría alejarse y hacer como que su encuentro no era importante. Al parecer el cocinero tampoco estaba bien con esa unión forzada. Si él se alejaba le daría un respiro al mayor, no era como que realmente iban a terminar juntos, él ya lo había dicho.

Cualquier avance que tengan es por la marca, no más que eso. Se sentía realmente idiota, ¿Por qué se dejó marcar?, ¿Por qué?, ¿Qué ganaba?, sólo el sentirse miserable, sólo sentirse mal, sólo sentirse como un objeto el cual en unos meses el mayor iba a desechar.

Con suerte nadie más se enteraba en los siguientes meses que vendrían, con suerte la prensa, Alejandro o su familia no se enteraban de la marca. Faltaba un mes para regresar a Santa Cecilia a celebrar las fiestas, quería ir al panteón y llorar en la tumba de su familia, quería, al igual que años atrás, viajar al mundo de los muertos y llorar en el regazo de mamá Imelda o de mamá Coco. Quería simplemente desahogarse con alguien y que le dijera que todo estaría bien. Aunque era posible que sus familiares lo miraran mal, estaba marcado y por imbécil.

Con pequeñas mordidas comía su respectivo almuerzo, no tenía hambre, perdió el apetito después de las palabras del mayor. Sabía que no podría huir de ahí, al menos ese día el mayor se lo estaba dedicando a él, al menos la mañana y parte de la tarde antes de que su turno en otro establecimiento empezara, pero, tenía tantas ganas de encerrarse en la habitación de hotel y no salir. Las lágrimas y el dolorcito en su pecho cada vez se hacían más presentes.

Quería de alguna forma tener algo como Hiro, un chico atento y cariñoso con él, enamorarse de alguien. El unirse a alguien por instinto, había metido mucho la pata.

Mantenía su mirada fija en su comida y de momentos a la ventana, con suerte terminaría con esa mitad de sándwich, pero, debía comer todo, la comida no se tira.

El silencio continuaba, y parecía que no se iba a acabar si él no tomaba la iniciativa, con una vista rápida al mayor quería asegurarse de algo, este estaba ignorante del moreno, concentrándose en su bebida y al parecer perdido en sus pensamientos. El entablar una conversación ahora no serviría, además, ¿De qué hablarían?, ¿Del clima?, ¿De su hermano y de Hiro?, ¿De su relación inexistente?, ¿Sobre qué color es matemáticas?, es obvio que era azul, pero no iba a discutir eso.

Cuando ambos terminaron de comer el silencio siguió reinando, sólo sus voces salieron para la camarera, quien iba a preguntar si algo les hacía falta o si gustaban otra cosa. La palabra la tomó el menor pidiendo la cuenta, aún con su mal momento y embrollo de emociones terminó por pagar la mitad de la cuenta.

Para ese punto Kyle no protestó, ninguno sabía cómo seguir ese momento, se sentían tentados a sólo despedirse y decir que almorzaron juntos y ya. Al menos era mejor que nada.

—¿Iremos a otro lugar? —el moreno fue el primero en hablar después de todo ese tiempo, no es como que su ánimo fuera el mejor para querer ir con él, pero no quería sólo terminar en su habitación sintiéndose peor, si iba a estar con él, al menos disfrutaría la ciudad y lo demás le valdría.