Desde el fondo de los pantanos de los ríos y las shiringas salio Juanito;
muchacho vivaz ,hábil y mejor cazador.
Ahora lo escuchamos apenas ,casi sin existir, nos cuenta sus historias
inconfundibles en el tiempo, ese tiempo que no pasa ni quiere pasar.
Mi primera retrocarga la tuve a los 7 años contaba Juanito, no sabes que
emoción fui corriendo hacia el monte entre trochas , pihuayos y culebras
no veía la hora de disparar.
Desde lejos podía divisar los shiringales una a una imponentes se perfilaban
los cauchos con los baldes colgados llenos del leche preciada por los gringos
y cerca muy cerca las bolas gigantes de latex.
Eran shiringales gigantes todas a la orden de un montaraz , el que tenia toda
la concesión ,Samuel...mi padre.
Regresábamos al atardecer antes que cayera la noche a ojos cerrados por las
trochas , acordándonos de no pasar por donde vimos una culebra pues sabras
que tiene memoria y te espera para atacarte y en la selva los caminos son iguales.
Fumando tabaco negro para espantar a los espíritus y zancudos caminábamos en fila
machete en mano abriendo trocha y muy cerca el uno al otro para no perdernos.
Llegamos a la casa después de 5 horas de camino cansados y no estaba un cauchero
lo llamamos gritando su nombre toda la noche , amanecio y solo encontramos
su sombrero , en la selva existen misterios y desde ese ahi aparecia en todas partes
y en ninguna y nos acompañaba con un silbido en cada regreso todos los días.
