Las cosas no siempre salían como lo había planeado. Ella esperaba poderle sorprender con algunos pastelitos caseros, pero el cocinar nunca había sido su fuerte, y esa misma mañana lo había reafirmado.
Suspiró derrotada y se dejó caer sobre una silla a su costado. Tal vez era una señal divina la que le estaba hablando, o quizá, un castigo de la mismísima diosa Stacia. Cualquiera de las dos opciones, seguía siendo igual de terrible.
Hace algunos días, cuando estuvo estudiando en la biblioteca, se encontró divagando en sus fantasía amorosas y perdió la noción del tiempo. El anhelo constante de tener su mirada solo para ella, le asfixiaba con fuerza desmedida el corazón. Cuando miró a su alrededor, estaba sola. La noche había llegado y ella no se había dado cuenta.
A lo lejos, vió una luz parpadeante, y su curiosidad no tardo en despertar. Se acercó lentamente hasta ella, y se dió cuenta de la hermosa diosa que dormía recargada sobre la mesa. Sus largos cabellos se desparramaban por toda la superficie, y el aroma que desprendía cuándo se acercó, era embriagador. En ese momento, dio por seguro que debería estar prohibido el acercársele demasiado, pues su esencia, era en extremo adictiva para cualquier mortal.
Siguió contemplando su divinidad y trató con todas sus fuerzas de encontrar algún defecto palpable, algún indicio de que era humana, pero no lo halló. Su piel brillaba con intensidad; su cabello parecía tener vida propia; su rostro estaba pintado con pincel, y, por primera vez, fue capaz de ver las diminutas pecas, adornando sus mejillas y el puente de su nariz.
<<¡Mentirosa!>>
Frunció el ceño y dió un pasó hacía atrás. No podía seguir ahí, no cuando una parte de ella se llenaba de oscuridad. Su pecho ardía, las palabras se atoraban en su garganta y sus ojos dolían demasiado. Ella le había mentido, sin lugar a dudas, tanta belleza no podía ser natural. Nadie en ese mundo resplandecía de aquella forma, nadie era tan amable, ni podía siempre estar calmado frente a las adversidades. ¡No! en definitiva, esa mujer era una diosa, y no cualquier deidad, era Stacia en persona. El conocimiento de saber su verdad, le golpeó de lleno el rostro y se tambaleó. Ahora que lo sabía, no había marcha atrás, ella pagaría con creces las consecuencias. En el pasado, podía haber sido una fiel seguidora de Stacia, pero ahora, no estaba segura de poder seguir haciéndolo. Y sí, una parte de ella la consideraba su amiga; le deseaba felicidad, amor, prosperidad y todas las cosas buenas de la vida. Pero muy en el fondo, en lo más oscuro de su alma, soñaba con que ella se marchara de su mundo, así debía ser desde un inicio.
<< ¡Si ella no estuviera aquí! >>
Agitó la cabeza, se mordió el labio y trató con desespero de olvidarse de los malos pensamientos. Se acercó hasta la mesa y observo curiosa un cuaderno rosado. Pensó en tomarlo y también en irse sin hacer ruido. No obstante, al verla profundamente dormida, decidió que, si iba a ser castigada por un amor prohibido, podía pagar su crimen por conocer uno o dos secretos de la diosa durmiente. El riesgo valía la pena.
Hizo una pequeña oración en el nombre de Stacia y luego tomó el cuaderno con mucho cuidado. Tragó saliva y lo abrió en las primeras hojas. Lo que encontró ahí, fueron recetas bien detalladas de diferentes comidas, notas sobre diversos errores, aciertos en los materiales y maravillosos dibujos del resultado final. Todo lo que había escrito en esas hojas de papiro, era maravilloso. Cualquier chef sentiría envidia de la pulcritud con la que estaban hechas, e incluso, podía asegurar de que todos serían excelentes cocineros siguiendo sus instrucciones. Continuó pasando las páginas y no dejaba de sorprenderse; las ilustraciones parecían querer salir del papel, para ser disfrutadas en un enorme banquete; las recetas, cada vez más complejas, describían múltiples beneficios a la salud, de cualquier criatura que lo comiese. Lo que tenía en sus manos era extremadamente valioso, ese conocimiento, no podía ser adquirido de ninguna otra forma, era magia divina que solo los dioses podían hacer realidad. Una prueba más de que ella le había mentido.
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Tardes de lluvia
RomancePequeños relatos de amor en donde la lluvia siempre está presente ♥ - La hermosa ilustración de la portada me la han hecho dos queridas amigas :) @Sumi_Chan y @Kira_Passel