Tardes de lluvia

El amor no tiene reglas

Los recuerdos siempre permanecen, nunca se van del todo. Tienen vida propia, infinita y viven en una realidad distinta a la de nosotros. Son ellos lo que componen las sensaciones en nuestro cuerpo; son los encargados de hacernos soñar y transformarnos en eso que somos. Puede, que el caminar constante dé las almas, desgaste la mente del hombre. Pero siempre nos seguirá su estela, con viejos amigos e incluso demonios. Los mil colores que se aprecian en los ojos, para quién sabe observar con delirante atención, son eso que pinta sobre cada destello de alma. Es el pasado, tan vivido como el fuego enardecido. Son la acumulación de todas las vidas tenidas, ocurriendo en un mismo parpadear. Somos el resultado de la magia manifestándose en constante armonía, y siempre, buscando la dicha de la dulce compañía.

&

Ella miró de un lado a otro, luego abajo y retrocedió. Aquel acantilado era enorme y por mucho que se esforzara en recordar que no era real, le aterraba de sobremanera. Una caída así en el mundo real, era una muerte segura.

De alguna forma había conseguido llegar a la cima, después de haber perdido sus alas en el camino, por una estúpida barrera que le había tirado kilómetros atrás. Tuvo que escalar aferrándose a su florete clavado en la roca, y poco a poco subir sin conocer el paradero al cual llegaría. Algo en su interior se agitaba y se esparcía como una clase de toxina, le hacía temblar y sentir vulnerable. El miedo le calaba los huesos, así como muchas veces había sentido antes de que algo malo fuese a pasar. Pero, a pesar de todo ello, había conseguido su cometido, y ahora, estaba en el final de aquella enorme montaña.

El conocimiento de saber qué estaba sola, le golpeó de lleno en el cuerpo. Ni un alma a su alrededor, ni un NPC con quién discutir la misión. Estaba lleno de neblina y a lo lejos un bosque con un letrero para leer.

Sleeping forest

Suspiró y se sentó en una roca. Seguro que pronto él llegaría, tal y como lo habían acordado. Esa tarde completarían la misión nueva de la que todos hablaban, ganarían y robarían el tesoro que, hasta el momento, nadie había podido conseguir.

El frío comenzó a helarle la piel, y no pudo evitar cuestionarse como lograba sentirlo tan vivo, de alguna manera parecía que su cabeza le estaba jugando una travesura. Desde el momento en que cruzo aquella barrera todo le pareció ser muy real. Pero no podía serlo, ¡No! , solo era Alfheim online. Ella estaba segura recostada en su cama, con la luz apagada y sola, pues no había nadie en su casa. Pronto él le alcanzaría, y aquellos atisbos de locura, se esfumarían de su mente en un parpadear.

Pasaron los minutos y el viento se incrementó, así como el cielo empezó a crujir, anunciando una gran tormenta. Ella se abrazó a sí misma y contuvo las emociones palpitantes en su corazón. De cierta forma, le aterraba la sensación que todo ese sitió le transmitía. Siempre había sido más sensible cuando la noche llegaba, o todo a su alrededor se oscurecía. Era aun de tarde, pero estando ahí parecía que pronto la poca luz se extinguiría, y aun, nadie había llegado. Tal vez se habría olvidado de su cita.

Llevó sus manos hasta topar su boca y sopló aire para poder calentarlas. Ni siquiera consideró avisarle a Yui cuando se marchó, estaba segura de que le alcanzaría junto a él, o puede, que necesitará estar sola y no lo supiera hasta ahora. Consideró desconectarse y probar si su avatar volvía al inicio de la misión, pero aquella idea la desechó al instante. Ya estaba ahí, le había costado mucho y además, no regresaría sin obtener el tesoro. Estaba convencida de que aquello le levantaría el animó, esas ultimas semanas se había sentido fuera de lugar, como si algo estuviese mal en su cerebro.

Iba a todas partes deprimida, como si todo el tiempo durmiese y su alrededor solo fuera un sueño. Oía una voz a la distancia, algo que le susurraba, pero no lograba alcanzarla. Necesitaba salvarle, algo dentro se lo decía. ¿De qué? No lo sabía, no lo entendía, solo era consciente de que le dolía; el dolor era físico y dejaba heridas en su pecho.