capítulo 1

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Mi alarma me despertó de un sueño muy profundo y por un momento no sé dónde estoy ni que estoy haciendo, hasta que me encuentro en el baño dándome una ducha rápida para despertar bien y no tener tiempo para sobre pensar las cosas. Las mañanas son muy malas y hoy no es la excepción, mis ojos rojos e irritados por llorar toda la anterior noche dan aviso de ello, pero mi cara aún enojada y triste dan a entender que odio demasiado el regresar a clases. Un suspiro sale de mi como si por primera vez en el día respirara, no quiero salir de aquí, pero se que como no baje en 30 minutos mi padre subirá.

Salgo del baño y abro mi armario para buscar que ponerme, después de observar mi armario por 15 minutos y mirar a través de la ventana me decido por unos jeans, una camisa gris que le perteneció a madre unos años antes y una chaqueta. Intento arreglarme el pelo pero como de costumbre este ya está arreglado, mi cabello oscuro y lacio, pareció tener las mismas ganas de empezar un nuevo día tanto como yo.

Al llegar a la cocina veo a mi padre esperándome, parece particularmente animado está mañana, pero al animarnos su semblante pasa de radiante y esperanzador a fúnebre en poco tiempo. Me siento en la mesa, con demasiada fuerza y me odio al instante por tan dramático movimiento.

-¿Cómo estás cariño?- dice mi padre y me pasa con demasiado cuidado el cereal, como si este pudiera estallar en cualquier momento.

- Estoy bien...o al menos mejor - mentí

Sentía que cada parte de mi cuerpo intentaba dejar de moverse y mi mente buscaba razones para seguir respirando para seguir viviendo, y unas de las principales parecía un mal chiste en mi cabeza.

- Ella... Estará bien, solo fue una mala noche, volverá a estar bien, lo prometo.

Prometer que una persona seguirá con vida un día más era demasiado y más para un esposo y una hija que salieron corriendo unas horas antes al recibir una llamada que procedía del hospital en el que hace ya 3 años mi mamá ha pasado más tiempo que en su propia casa. Hubo unos meses confusos ahora mismo en donde ella estuvo sentada aquí conmigo, preguntándome lo mismo pero refiriéndose a Mario y no a ella, esos días eran mejores, hasta el propio clima parecía feliz todo el tiempo pero ahora el mismo reflejaba como me estoy sintiendo.

- regresa después de la escuela, no quiero que andes por ahí hoy, y toma el autobús, nada de bicicleta hasta que las calles estén secas ¿Entendido? - dijo mi padre y se despidió de una forma tan ensayada que ya no tenía ese mismo sentimiento que antes.

Me cuestione por un momento no ir a la escuela, quedarme sentada en esa misma posición hasta que mi padre volviera, ahí, solamente imaginando lo que alguna vez fue mi vida, pero la descarte al momento, necesitaba salir de aqui con la misma fuerza con la que me aferraba a la silla. Me levanté antes de que ese entusiasmo pasará, tome mi impermeable y un paraguas y salí de mi casa, no llovía demasiado, pero si para llegar empapada a la escuela, no había ni dado 5 pasos cuando la puerta de la casa de enfrente se abrió, de ella salieron 3 personas, Tania era la primera, una niña con el cabello aún más oscuro que el mío pero este un poco más ondulado corriendo rápido hacia el carro color rojo aparcado enfrente a su casa, la seguía una mujer un poco regordeta tras ella, con aún pijama y un chongo despeinado pero aún así se veía hermosa, y por último salió el, aún me sorprendió al verlo después de mucho tiempo, llevaba el cabello alborotado un poco más largo desde la última vez que lo vi, tal vez por su forma de caminar se veía aún más alto de lo que recordaba, iba vestido con unos jeans azules y esa camiseta verde con rayas un poco extraña pero jamás le preguntes por qué le gusta tanto, entró al carro sin siquiera voltear a verme y lo agradecí mucho, pero se me olvidó una parte muy importante, el no era el único que está ahí.

-¿Quieres que te llevemos?- pregunto la señora Díaz viendo hacia mi casa.

-¿Perdón?- no la había escuchado del todo, estaba muy ausente esa mañana.

- me ha pedido pedido tu padre de favor que te lleve, no quiere que te vayas caminando- dijo y en ese momento abrió la puerta del carro.

- no gracias, estaré bien, puedo irme en autobus- dije intentando ser más convincente de lo que aparentaba.

- Vamos cariño, llegarás tarde si te vas en autobús.

Y en ese momento como si el universo  le encantará verme en apuros empezó a llover muy fuerte, sin pensarlo mucho camine en dirección al carro, en dirección a la señora Díaz y en dirección a Mario, pero no me importó demasiado, lo que menos necesitaba en ese momento era enfermarme y preocupar a mi padre. Al sentarme comprendí que enfermarme parecía una mejor idea a estar aquí, pero no me importo, al menos el iba sentado del otro lado del carro y daba la impresión de que no sabía que yo estaba ahí.

-¿Cómo está tu madre? Los escuchamos irse en la madrugada.

- Bien solo fue una mala noche, estará mejor- dije intentando convencerme más a mí misma que a la señora Díaz.

- puedes pasarte cuando quieras por la casa, a veces te extrañamos mucho.

La forma en como lo dijo, casi como un susurro me hizo ponerme triste, ¿Me extrañan realmente? Yo misma sabía que durante unos meses estuve demasiado tiempo en su casa. La madre de Mario y mi mamá se conocían desde pequeñas, eran muy buenas amigas y cuando mi madre enfermó, no tardó mucho tiempo para que ella me cuidara en las tardes, era como una madre para mí, hizo mi disfraz de porrista zombie para el Hallowen de el año pasado, no quería que me sintiera sola y eso me ayudó mucho, hace meses que no iba a su casa, jamás le di una explicación del por qué deje de ir y ella jamás me la pidió.

- Mamá ¿Crees que yo podría?...- no termino la frase pero los 2 volteamos a ver a la niña que nos separaba en ese carro tan pequeño y cruzamos miradas para luego apartarlas rápidamente.

-¿Quieres que se lo pregunté yo?

La niña solo asintió.

- Tania quiere saber si podrías ir a su fiesta de cumpleaños, el sábado, será en la casa, íbamos a mandarte la invitación pero ya estamos aquí, pues te lo decimos.

- claro, pediré permiso - y sin disimulo Mario volteo a verme con una expresión sorprendida pero a la vez enojada, yo solo desvíe la mirada.

- Será una fiesta de princesas y príncipes, así que no se te olvide ir con vestido y corona - me dijo la pequeña viéndome con lo que yo podría definir como entusiasmo Infantil

- Ahí estaré, tenlo por seguro- no había ni un gramo de mentira en lo que había dicho.

Volteé a ver a la ventana y me di cuenta de que habíamos llegado a la escuela, tome mis cosas rápido y intenté salir más pronto posible pero el fue más rápido y azotó la puerta de tal forma que tanto Tania como yo brincamos al mismo tiempo, di las gracias, muy rápido o al menos eso recuerdo y antes de salir la señora Díaz comentó algo que me hizo sentirme más triste de lo que estaba.

- A alguien no le gustó tanto la idea.

Y con esas palabras repitiéndose en mi cabeza me dirigí hacia la escuela

el final perfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora