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—Bien, ____. Estás a mi cargo, por lo que harás lo que te diga sin algún tipo de queja. Ser un cazador de demonios no es fácil, pero con la condición física de Tanjiro, quien ya ha entrenado para esto, va a darte una ventaja.

Fue lo que Tomioka me dijo hoy en la mañana.

Después de unos días de confusión sin descanso por todos lados, y de parte de todos, se decidió que me ayudarían a volver a casa y traerían a Tanjiro de vuelta.

Nadie sabe cómo se dió esto, mucho menos yo. Atrapada en un mundo de fantasía donde el peligro acecha en cada rincón del largo laberinto del bosque en el que ahora vivo.

¿Qué le habrá pasado a mi cuerpo en la realidad? ¿Esa era la realidad?

Tomo un baño en el río, dejando que el agua se lleve mis dudas, mi miedo, mis preguntas. Fluye, recorre el cuerpo que no es mío, y me tranquilizo un poco.

Después del baño, me pongo el uniforme y me dirijo a la finca, donde Tomioka dijo que me esperaría.

Hace esto porque se lo ordenaron, y me siento algo culpable. Me hablaron un poco sobre este mundo, pilares, demonios, respiraciones, cazadores. Nezuko, mi ahora hermana, a quien injustamente le arrebataron su vida humana para convertirla en demonio, no entiende la situación.

Él lo hacía por su hermana. Yo lo haré por mí. Por él, para regresarle la vida que le robé, para ser digna de escuchar esa melodía que me susurraba la noche, para volver a abrazar a mi mamá, para no ser una carga a este mundo.

Llego, y Tomioka, como dijo, estaba esperándome en la entrada.

—Hoy empieza tu entrenamiento.—Dice con una mirada tan fría como el agua en invierno.— No seré amable solo por tu situación, tienes que ser resiliente a pesar de todo, así que no esperes un entrenamiento sencillo.

—Entendido.— Asiento.

Cree que no lo noté, pero sus labios se curvaron muy ligeramente formando una sonrisa leve.

—Bien, primero trabajemos en tu... cuerpo. ¿Puedes manejarlo bien?

—Sí, eso creo.— El cuerpo de Tanjiro es fuerte y flexible, con un gran equilibrio. Si me pidiera hacer un salto mortal hacia atrás no dudaría ni por un se-

—Salta hacia atrás.

—¿Eh?— Bueno, quiza un poco.— Supongo que es buena manera de demostrar mi control físico.

No hace gesto ni movimiento alguno, esperando a que haga lo que me pidió.

Suelto la espada dejándola en el suelo, dijeron que se llama nichirinto, y cambia de color según el portador. En mi caso, la espada nueva que se me otrogó se volvió color verde menta. 

Doy el salto hacia atrás como si nada, y al lograrlo, me emociono. 

—Ahora con la espada.

Me pongo nerviosa sólo unos segundos, para después tomarla, desenfundarla, y dar un salto de nuevo, pero esta vez la espada topa con el suelo y caigo de cabeza.

Me levanto, adolorida, y lo veo esperando la siguiente orden.

—Hazlo hasta que lo logres. — Dijo, para después darse la vuelta e irse.

• ────── ✾ ────── •

Ya anocheció, y no lo he logrado ni una sola vez. 

Es más difícil de lo que pensé que iba a ser, pues la espada es larga y no puedo saltar más alto para que no tope. Pensé en pararme sobre una plataforma más alta para luego saltar desde ahí, pero caía de espaldas. 

Supongo que su físico ayuda, pero sigo siendo torpe. La herida del corte que me hice en la mano aquella noche estaba apenas sanando, pero ahora la costra se ha caído y los callos nunca habían sido más dolorosos.

Exhausta, y sabiendo que no puedo continuar así, me doy por vencida. 

Con moretones en la espalda, cabeza, manos ensangrentadas, y 4 horas intentando, me dejo caer sobre el césped que se mueve bailando lo que el aire canta. Jadeando, cierro los ojos buscando descanso, pero termino por desmayarme.

Me pregunto si habré venido aquí con algún propósito, si es un error, si estoy muerta y alguien está enterrándome en este momento. 

Si así fue, si en realidad morí...

¿Este es el cielo?

Abro los ojos con delicadeza, encontrándome de nuevo, en un lugar que no conozco. Me levanto con brusquedad, para luego arrepentirme debido a mi cuerpo herido, el cual estaba envuelto en vendas. 

—¿Tomioka-san?

Ahora recuerdo, me desmayé luego de mi primer entrenamiento. Aunque para ser sincera, creo que ni siquiera fue un entrenamiento. 

Escucho una pequeña risa femenina, y para cuando mis ojos logran enfocarse bien, una chica de cabello morado está a un lado de mi, dándole un tratamiento a su nichirinto.

—Veo que ya despertaste.—Dice levantándose de su asiento, dejando su arma a un lado. Su espada es algo peculiar.—¿Cómo dices que te llamas? 

—____. 

Su respuesta es una sonrisa compasiva. 

—¿Y Tomioka-san?

—¿En verdad te preocupa eh? Está patrullando en unas montañas cerca de aquí. —Dice, poniendo su mano en mi frente tomando temperatura, o eso creo.— Debes descansar y dejar que la medicina te haga efecto.

Suelto un suspiro y vuelvo a acostarme. La cama es muy cómoda.

—Shinobu-san

—¿Si?— Ella vuelve a tomar asiento.

—¿Él es así de frío siempre?

Hubo un pequeño momento de silencio.

—No siempre... — Se interrumpe a sí misma— Pero eso es algo aparte. Seguro que te entrena bien. ¿Sabías que a Tanjiro y a Tomioka los entrenó el mismo maestro?

—¿En verdad? 

asintió.

—¿Entonces por qué no me entrena su maestro en lugar de él?

—Porque él se ofreció.





Redención. | Tomioka x Lectora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora