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Erick parpadeó con una sonrisa. Aunque realmente solo pensaba que su conciencia le estaba haciendo una mala jugada y realmente él no estaba ahí.

Se acercó hasta el mayor, hundiéndole su dedo en la mejilla y viendo que sí: estaba ahí, luciendo de pronto confundido por el tacto, y entonces Erick se dio cuenta. O sea, ¡¡estaba ahí!! Joder. ¡¡¡¿¿¿Era real???!!! No creía que lo fuera.

Erick movió la boca, tratando de gesticular alguna palabra. Pero simplemente no pudo. La garganta le ardió, y de pronto le entraron las ganas de hacer bajar algo frío por ahí. Trató de apagar la bola ardiente que estaba bajando por su garganta y que era un inexplicable nudo. Sólo creyó que era una alucinación.

-¿Erick? -Joel trató de acercarse, pero cuando vio la dirección de las manos del muchacho, sólo se alejó-. Oye, entiendo que estés molesto y eso pero... ¿Podrías solo, olvidarlo, y ya?

Entonces Erick hizo lo primero que se le pasó por el nudo de conclusiones y preguntas que era su cabeza.

Gritó.

Y azoto la puerta.

Y se dejó caer contra la madera, deslizándose contra ella y tratando de controlar su corazón que estaba latiendo de una forma... horrible.

-Erick ¡Oye, idiota! En serio, ¿Estás enojado? Porque no tiene caso, ya te dije. Yo me haré cargo de...

Y volvió a gritar, cortando al mayor.

-¿¡Erick!?

Aspiró con dificultad, cubriéndose las mejillas con sus manos y aplastando su rostro entre ellas. Con boca de pescado, y comenzó a balbucear sinsentidos. Demasiado entre tartamudeos y nervios.

-¡Erick, en serio perdón!

El menor sólo sintió un golpe ligero contra la puerta, y sólo pudo imaginar cómo la frente de Joel se presionaba contra ella.

-Yo... Lo siento. Juro que lo siento. No quería actuar así, pero, ¡¿cómo debería tomarme esa noticia?! Fue sólo algo que no controlé. Era de locos, perdón. Hablé con un amigo y él... me hizo entrar en razón. Por favor Erick... ¡¿me escuchas?!

Se restregó las manos contra la cara, poniéndose de pie y tambaleándose, sintiéndose mareado y cansado. «Erick, tú puedes... Es real». Y entonces juntó toda su valentía en sus manos haciendo girar la perilla.

Joel no tuvo tiempo de reponerse cuando la puerta se abrió, y se inclinó hacia adelante. Y su caída hubiera sido segura si Erick no estuviera ahí frente a él. Terminó con su cabeza clavada en su pecho. Antes de soltar un grito raro y elevar la mirada al menor.

-¿Qué? -Erick preguntó.

-Oye, existe esa posibilidad de que el bebé sea mío -murmuró, tratando de ser sensible para Erick-. Pero, ¿te hiciste prueba de embarazo?

Erick abrió los ojos grande, cruzándose de brazos. Asintió, con el ceño fruncido.

-¿Puedes... -tosió, sintiéndose tonto-... hacerte otra?

El menor rodó los ojos molesto, antes de morderse el labio y asentir.

Joel asintió también, y Erick giró hacia la cocina. El otro, dudoso, solo le siguió el paso de cerca, cerrando la puerta detrás de sí.

Lo vio sacar una caja de un gabinete y después se volvió a mover. Joel se quedó parado en lo que parecía ser la sala, aunque solo había un pequeño sofá, una mesa ratona en el centro y una maceta en una esquina; vio como el otro se metía en una habitación.

Erick volvió a salir, esta vez con ambas manos ocupadas y se acercó al Peli-negro

-Me hice dos hace un mes -dijo, después extendió la mano. Joel miro ambas pruebas, parpadeando, perplejo, ambas con dos rayitas-. Pero si quieres, puedo hacerme una tercera.

El muchacho lo vio con ojos de perrito confundido antes de asentir. Entonces solo movió la cabeza y tomó la caja, dejándole ambas pruebas de embarazo a Joel en sus grandes y frías manos. Caminó hacia su baño e hizo lo mismo con las otras dos.

Sintió su estómago revolverse después de dejar la prueba sobre el lavabo. Sentía que podría desmayarse de nervios y... maldición. Le entraron las estúpidas ganas de llorar porque sentía que Joel podría dejarlo. Y después él era demasiado despistado, ¿cómo se haría cargo de un bebé el solo? Aunque, íntegramente, no conocía al chico... ¿y si era buen padre? O, ¿era buena persona? En cuestión: no podía confiar en nada.

Pero sinceramente agradecía que el mayor estuviera ahí. En su pequeño departamento y el haberle dicho eso era mucho. ¿En serio lo llevaría a vivir a su departamento? No es como si lo hubiera pedido... Pero, tampoco podría dejar que su bebé naciera en un lugar como ese. Era pequeño y feo.

Realmente feo.

Y, a comparación del departamento de Joel era solo mucho mejor.

Suspiró dejando la prueba de embarazo y salió.

Sintió que el aire se escapó de sus pulmones.

-¡¿Joel?! -preguntó gritando al ver que la sala estaba vacía.

No. Sus ojos se nublaron y estuvo apunto de llorar.

Pero una mano hizo una ligera presión en su hombro, haciendo pegar un respingo.

-Aquí estoy -Joel lo vio apenado. Y solo por ser amable le tocó la mejilla, quitándole la lágrima que cayó.

-Pensé que... te fuiste.

-No sabes cuantas ganas tengo de hacerlo -susurró viéndolo a los ojos-. Pero no lo haré, lo prometo. Confía en mí.

Y después de unos minutos ambos estaban sobre el sofá. Sus rodillas se tocaban por el poco espacio que tenían. Joel con sus codos sobre sus rodillas, y las mejillas clavadas en sus puños. Mientras que Erick lo veía de reojo, preguntándose cuán ebrio estaba aquel día como para olvidarlo todo. Que estúpido. Erick recordaba cada maldito detalle.

-Ya pasó el tiempo... -Erick dijo, bajito y nervioso. Joel lo miró confundido-. La prueba. Ya está lista, el resultado y...

-Si no te molesta -se puso de pie, carraspeando- quisiera verlo primero.

Erick asintió sin pensarlo dos veces, viendo como caminaba hacia el baño.

Se quedó ahí nervioso, muy nervioso, apretando las manos entre sí.

¿Joel, realmente, se hará cargo?

Erick aún no...

-Erick -Joel salió con la prueba entre sus manos y con el ceño fruncido.

-¿Ahm?

Joel lo miró borroso.

-Prepara... prepara tus maletas. Te vienes conmigo esta noche.

El menor no supo qué decir. Solo asintió. Y comenzó a caminar hacia su habitación. Pero no. Se detuvo volviéndose hacia Joel. Lo tomo de las mejillas y le deshizo las lágrimas con calidez.

Después, sólo dejó un beso sobre su mejilla.

-Gracias. Realmente... gracias.

Joel sintió su voz temblorosa, y se aferró a su camiseta.

-Erick, no llores.

-Joel, no llores -repitió él.

Y Joel no supo qué hacer más que abrazarlo con fuerza.

Con mucha fuerza.














〰Yiyi〰

Primero una noche, después una eternidad ~ Joerick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora