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Erick se había acostumbrado en el poco tiempo que tenía ahí, a despertar y que el departamento se encontrara en un infernal silencio. A veces por minutos sólo se quedaba ahí, sobre la cama y mirando el techo sin saber qué hacer, preguntándose si realmente habían pasado horas y no minutos como lo mostraba el reloj colgado en la pared, y si realmente faltaba poco para que llegaran Joel y Christopher de la universidad.

Y si, tal vez solo deseo que algún día despertara y no se encontrara un silencio tan feo.

Pero si era honesto, tampoco se imaginó que llegaría a escuchar un ronquido justo en su oreja.

Cuando lo sintió había dado un respingo sobre la cama, tratando de moverse. Pero una mano estaba sobre su abdomen en un fuerte agarre y sus piernas estaban cruzadas con otras.

Había respirado hondo, llevándose las manos al pecho cuando se dio cuenta de que solo era Zabdiel.

-¿Zabdi? -murmuró, picándole la mejilla. El Peli-negro se removió un poco mientras balbuceaba-. ¿Qué haces acá?

-Chris y Joel están en la universidad, y como pensé que no te gusta estar solo... -entonces se detuvo, tomándose el tiempo para bostezar y estirar los brazos-... vine a que nos hiciéramos compañía.

-¿Tú no deberías de estudiar?

-¿Mi carrera es cuatrimestral, algunas vacaciones las tengo desiguales a los chicos

-ah... jinjja, lo olvidé -susurró apenado. Se dejó caer de nuevo sobre la cama y cerró los ojos. Se mordisqueó los labios un poco antes de sonreír-. ¿Vemos una película?

Zabdiel sonrió como siempre hacía y lo tomó de la muñeca para arrastrarlo fuera de la cama directo a la sala. Pero cuando apenas Erick se iba a sentar, sintió otro tirón. Zabdiel cambió de opinión y lo llevó a la cocina, le dijo que preparara palomitas (porque a él siempre se le quemaban), mientras que el castaño sacaba unos refrescos de la heladera y corría a la habitación del azabache para traerse cojines y cobertores.

30 minutos después, ambos estaban echados sobre el sofá, recargando sus cabezas entre sí y estirándose de vez en cuando para tomar alguna golosina que terminaron encontrando en la alacena. Golosina que Christopher había guardado con sigilo y disimulo.

-No, no, ella no sabe cocinar -murmuró Zabdiel, apuntando a la pantalla-. Es el cangrejo el que le da el buen sabor.

-¿Es mágico? -Erick, muy sinceramente, no entendía la película que el menor había elegido.

-Sí, por eso el señor le gusta tanto su comida y su novia termino con él.

-¿Todo gracias al cangrejo mágico?

-¡Por eso tampoco se cerró su restaurante! -exclamó, riéndose.

Erick se detuvó unos segundo a escuchar ese sonido tan adorable y lindo antes de echar la cabeza hacia atrás y reírse también.

-Tengo un Amigo que no necesita magia para enamorar con su comida, o alejar huesudas presumidas -dijo el menor, llevándose otro puñado de palomitas.

-¿Alonso?

-¿Lo conoces?

-Fue él quien me pasó tu numero -explicó, en voz baja-. Se ha vuelto un gran amigo mío, cuando le dije sobre los síntomas, ni siquiera preguntó y corrió a la farmacia. Cuando regresó traía las pruebas de embarazo con él. Una caja, en realidad. Me obligó a hacerlas, y cuando dieron positivo me pidió la historia detrás de eso. Porque sabía que no tenía novio, ni pretendientes. No sabía que él conocía a Joel y... que pequeño es el mundo, ¿no? en cualquier momento nos topamos con quien menos esperamos.

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2020 ⏰

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Primero una noche, después una eternidad ~ Joerick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora