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Lo primero que hizo Joel al escucharlo fue reírse, tan fuerte que logró asustar al muchacho. Pero en realidad no parecía nada divertido.

Era como si...

-Estás loco -murmuró, sacudiendo la cabeza antes de girar hacia las habitaciones, dando el primer paso-. Bien, gran broma Chris. Ésta... fue sencillamente mejor que toda la mierda que haces siempre. En serio, pero ¿podrías, para la próxima, hacer algo un poco menos estúpido?

-¿Qué?

-Vamos... Uh, ¿Erick? -Joel de los puros nervios tropezó con sus propios pies al dar otros dos pasos- vuelve a casa. Y siéntete orgulloso de haber ayudado a Vélez imbécil Chris a una broma, y que, maravillosamente, hubiera salido tan bien.

-Pero... -Chris intentó decir, viendo desconcertado la mueca de enfado del mayor.

-Christopher, basta. ¡¿Yo papá?! -caminó hasta Erick, viendo como retrocedió ipso facto-. ¿En serio mocoso? ¿Crees que caería en esa... mierda?

-¿Qué acabas de decir? -y de pronto la timidez del chico había desaparecido, tan rápido que Joel parpadeó confundido-. ¡¿En serio?!

-Ah... -vio con los ojos entrecerrados al otro, tratando de ver una pizca de diversión en su rostro... Nada-. Dejense de bromas tontas.

Y volvió al pasillo, ignorando la línea de palabrotas que comenzó a soltar la voz aguda del otro junto a los reclamos de su Amigo.

Abrió la puerta de su habitación, queriendo dormir una vez más.

Pero, al ver su cama hecha un lío, las ganas se le fueron. Las sábanas blancas arrugadas, los edredones para el frío dispersos por toda la cama... su ropa sucia del día anterior por el piso y...

Mierda.

Aquella escena tenía una esencia tan familiar y un dolor agudo en su cabeza, estaba seguro. Cerró los ojos, restregandose la mano contra la cara y contando hasta diez para no perder la paciencia porque... ¡¡No recordaba nada, maldición!! No era tanto como si quisiera, pero sentía algo. Algo demasiado molesto como para ignorarlo, demasiado presente en su memoria, pero ¿qué era? Apenas y recordaba que había bebido demasiado esa noche, y entre vagas imágenes recuerda haber visto más de una vez ese tierno diente chueco del chico asomarse junto a su sonrisa. Pero lo demás era borroso. Demasiado confuso en ese momento.

La mañana siguiente de aquella noche fue normal. Excluyendo la horrible jaqueca. Él sobre su cama, con su camisa arriba (como era costumbre), el pantalón de su pijama al revés y...

Joder.

Corrió hasta el pequeño mueble que estaba a un costado de su cama, abriendo el último cajón y tocando con sus dedos el fondo. Encontró de nuevo la tela que había lanzado ahí hace semanas al no saber de quién era.

Lanzó el calcetín sobre su cama molesto y entre movimientos apresurados y fuertes fue que se cambió. Fue demasiado rápido y torpe al momento.

Aspiró abriendo la puerta del cuarto. Caminó hasta la sala encontrándolo de nuevo.

Sus pequeños ojos rojos, sus pequeñas manos sobre sus mejillas y unas pequeñas ganas de golpear a Joel.

Bueno... no tan pequeñas, en realidad.

Alzó el calcetín a la vista del pelinegro, quien abrió los ojos grande.

-¡¡Mi calcetín!!

Joel bufo, lanzándoselo a las piernas. Miró a Chris, quien se veía más que enojado y caminó hasta la puerta.

-Iré al estudio con Jos -se detuvo un momento, sosteniendo tembloroso la perilla-. Y cuando vuelva espero que no estés aquí aun Erick

Salió del departamento azotando la puerta detrás de él, haciendo encoger el corazón de Erick


Primero una noche, después una eternidad ~ Joerick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora