HOSTIL
"Suéltenme manga de ortivas." amagaba con toda furia a escabullirme de los uniformados, querían atarme, sacarme la libertad. Intentaban arrastrarnos hasta la patrulla, nuestra resistencia era casi inhumana. "No voy a ningún lado, suéltenme." retumbaban mis gritos y los de mis amigos en cada esquina de la desolada plaza.
Las vecinas salían de sus casas alertadas por los gritos, los perros ladraban, el frío se colaba por nuestras finas prendas, calándonos los huesos. Nuestros ojos se cegaban por las avasalladoras luces color azul y rojo tan características de las destartaladas patrullas, querían apurarnos con una chata casi en descomposición, increíble.
Mi mirada descansaba en una de las paredes de la plaza, que alguna vez fueron blancas, ahora una de ellas tenía plasmado "ds3" en diferentes tonos de azul y verde, obra de mis amigos, yo no me llevo tanto crédito.
Hacer arte en las paredes mientras fumábamos un sábado a la noche era casi un rito para los pibes del barrio, ahora querían arrebatarnos los derechos, como siempre hicieron. Nos negábamos completamente ante la idea de volver a caer detenidos por estos corruptos, no se la íbamos a dejar tan fácil.
"Cálmate." "Subite al auto." "Dale pibe."
Soltaban palabras sin sentido, vacías. Todos estaban tan vacíos, necesitaban apagar a otros para sentirse más fuertes, más poderoso. Ese era el problema, el poder. Creían que tenían poder para encerrarnos, para tratarnos como basura, no eran nadie.
Forcejeaba cada vez más fuerte con dos policías que parecían no querer dejarme ir, como si dejarme escapar fuese el problema más importante en sus tristes vidas, posiblemente lo era.
Formaba parte de mi conocimiento el hecho de que los policías eran unos sin vida, querían cargársela a los demás. Todas estás ideas se arraigaron a mi cabeza en el momento en que uno de ellos nos apunta descaradamente con un arma.
Suelta una sarta de palabras que no me interesaron escuchar en lo absoluto, seguramente eran amenazas, amenazaba con disparar, pero sabía que no haría nada, nunca hacen nada.
Nuestras miradas cómplices iban y venían, indicaban que era momento de irse. Estabamos formados en una especie de hilera, sostenidos con fuerza por varios pitufos, sabían quienes éramos, no era la primera vez que nos atrapaban, no nos importaba, no queríamos vivir escondidos.
"Tirá gil." fueron las ultimas palabras que emití antes de mover mi delgado cuerpo con agilidad escapando de las garras de la condena, corro lo más rápido que puedo, sin intención de volver, mis piernas se mueven con una fuerza desconocida, la velocidad de la adrenalina, mis oídos se agudizan, escucho gritos, no me detengo, corro hasta que un dolor no me permite mantenerme de pie. Algunos de los pibes llegan a doblar la esquina, algún otro cae cerca mío, derrotado.
Mi respiración se corta, caigo de rodillas en el rasposo asfalto, desgarrándome del dolor, mi boca se abre dejando escapar un suspiro seco que se funde con el ligero aire de invierno; una de mis manos se mueve por instinto hacía mi pierna, está humeda, fría. Mi cuerpo se debilita poco a poco, escucho pasos, se vuelven más cercanos, mi corazón no se acelera por el miedo ni por la angustia, no lo siento bombear, ya casi no lo escucho.
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buenas, cómo están?
este primer capítulo es una introducción a lo que va a ser la historia principal, que estoy segura que no se imaginan de que va a tratarse.
nos leemos pronto🖤
7-09-2020🤍