introducción

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Después de un día tan agotador como el de hoy lo único que deseo es perderme en las entonaciones de mi guitarra y olvidarme del mundo por un rato. Olvidarme de mis problemas, de mis cargas, de las estúpidas personas y de Todo.

Digamos que tener que ir a la escuela por las mañanas, tener dos trabajos y también estar en una banda bastante conocida no es tan fácil como parece. En realidad ni siquiera parece fácil. Entrando en detalles. Voy en último año de secundaria, trabajo en una sucia gasolinería por las noches y en una cafetería por las tardes, y por último la banda que incluye a mi mejor amiga Mack, a Roey y por último a Suler. Y nos hacemos llamar "the turned on", si.. No es un nombre espectacular ni original pero bueno.

Estoy sentada con mi guitarra entre las piernas en el mugroso metro, en una hora tengo que estar en el galpón Dangerous, donde siempre hacen unas estúpida fiestas y nos pagan para tocar ahí. Me saco mi gorro de periodista-así le dicen mis amigos-, color morado, lo dejo a mi lado y afino un poco la guitarra. Práctico la parte de mi solo bastante concentrada, mi púa negra roza las cuerdas, yendo y viniendo entre los trastes de éstas, lo hago cada vez más rápido y más y más y más, hasta que me canso.

Doy un respingon al escuchar algunos aplausos, hay varias personas aquí abajo y me están observando.

Mientras guardo mi guitarra en su estuche, veo a un chico vestido de negro con una capucha, es alto y no es ni tan musculoso ni tan flacucho. Lo único que pienso es; Que no me robe que no me robe que no me robe.

El chico deja veinte dólares en mi gorro morado y se va.

¿Qué rayos?

—Hey—lo llamo—, ¿Qué es ésto?—pregunto enseñandole su mugroso dinero.

Él chico se da vuelta.

—¿Dinero?

—Ya se que es dinero, pero ¿por qué me lo das?

—Creí que tocabas aquí por dinero—dice Fruciendo el ceño.

—Mm No, pues creíste mál. Y no quiero limosnas—Digo tirandole su dinero en un bollito. Él lo atrapa.

—Bueno, solo trataba de ser un poco caritativo, lo siento—dice enarcado una ceja.

—Pues lleva tu caridad a otro lado—musito mientras cuelgo el estuche en mi hombro, poniéndome el gorro.

—Bien. Pero quiero que sepas que tu actitud no es buena—comenta  fingiendo estar ofendido.

Yo ruedo los ojos y paso por su lado.

—Oh, pues lamento herir tus sentimientos caritativos—Respondo ya de espaldas sarcastica

Él no responde más nada, tal vez fuí un poco grosera.

¿Un poco?

Bueno esta bién, fui grosera, pero no necesito limosnas de nadie.

"No tengo tiempo para amar"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora