𝒟𝒶𝒾𝓈𝓎

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It's a long road to wisdom, but it's a short one to being ignored.


La noche le pareció crítica, nunca a sus cortos veinte años se sintió de esa forma, era como si de pronto estuviera desconectado de sí mismo y el enorme mundo de afuera se redujera a esa cabaña en la pradera.

Era estúpido e irracional, pasaban de las dos de la mañana y lo que antes era un placer más de la vida, mantenerse toda la noche despierto, hoy se resumía a dar vueltas por la cama intentando conciliar un sueño que simplemente no aparecía.
El reloj digital marcaban las once de la noche, sinceramente no recordaba cuando había sido la última vez que estuvo en la cama tan temprano, probablemente a los diez años.

Ese fue, probablemente, el castigo más grande que había atravesado a mano de Yoon Sanha, la noche anterior fue la primera vez que durmieron juntos en pleno conocimiento de los sentimientos del otro y eso permitió que Eunwoo deslizara su brazo por debajo del fino cuello del menor a manera de ser usado como almohada, dando paso a que también el brazo libre abrazara el cuerpo más delgado de su amigo y no podía estar más dividido sobre su parte favorita, el sonrojo de Sanha o los besitos en automático sobre su rostro una vez que se vio acostumbrado a esa cercanía. Sin embargo, hoy no tenía nada, ni besos, ni abrazos, ni a Sanha y eso le enfurecía más que cualquier otra cosa.

No había otro culpable más que él y ese injustificado miedo a arruinar las cosas una vez que una etiqueta los clasificara y tenía sentido dentro de su cabeza, así como también la tenía esa vocecita que gritaba a todo pulmón que las cosas había cambiado desde el momento en que había posado sus labios en los de su mejor amigo, nada volvería a ser lo mismo después de eso y lo sabía, porqué no estaba dispuesto a darle al adverso la oportunidad de deshacerse de él.

Para eso de las dos de la madrugada fue cuando finalmente un rayo partió en su cabeza brindándole una nueva perspectiva sobre su vida y lo que le rodeaba, ¿Había estado enamorado de Sanha toda su vida? aún era muy pronto para descubrirlo, pero, sí algo podía admitir, era que siempre le dio todo el alivio y felicidad que necesitaba. Cada vez que algo malo le sucedía, sólo tenía que llamar el número de Sanha o tocar su puerta para volver a sonreír y lo mismo sucedía cada vez que el menor atravesaba una crisis; la primera vez que tuvo una discusión fuerte con su madre, cuando suspendió álgebra y ese fatídico día, cuando en medio de la noche, unos estruendosos golpes azotaban su puerta dando paso a Sanha, deshecho en lágrimas y nervios que se aferraban al mayor en un abrazo asfixiante y desgarrador, Eunwoo, nunca había visto al contrario de esa forma, pero no se atrevió a preguntar nada, sólo devolvió el abrazo más fuerte mientras acariciaba el cabello lacio. Su padre había muerto en un accidente automovilístico y él lloró hasta quedarse vacío. Al día siguiente, después del funeral caminaron por cuatro cuadras enteras hasta su cafetería favorita, pidieron una malteada de fresa y nunca más volvió a hablar del tema.

Supuso que era un chico fuerte y asustadizo que sabía perfectamente que en cuanto perdía algo lo hacía para siempre, ese era su comportamiento desde que era tan sólo un niño, ¿Qué pasó con Anne de green gables? En cuanto se dio cuenta que no podría reparar jamás ese libro con la hoja rasgada, no quiso saber nada más de el, ahora ninguno de los dos conocía el desenlace, pero le dio una gran lección a Eunwoo. Sanha no era de las personas que buscaban de vuelta lo que habían perdido, posiblemente le causaba una pena enorme tener que ver los retazos de algo que ya no era suyo o tal vez le resultaba una perdida de tiempo.

El chico envuelto en las sábanas sacudió la cabeza, no quería ser una hoja rasgada en la vida del menor, un libro que pudo haberle enseñado mucho, pero no funciono porqué la pagina doscientos treinta estaba arruinada y entonces ya no servía.

ஐ 𝐅𝐋𝐎𝐖𝐄𝐑𝐒 𝐈𝐍 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐀𝐈𝐑 | EUNSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora