Yoonkook | Can You Teach Me?

Clases (POV: Yoongi)

- ¿De verdad tengo que hacerlo?

- El médico ha dicho que es bueno que encuentres un hobby

- Estoy cansado de probar cosas, total no va a servir de nada...

- Necesitas algo que te anime y te mantenga entretenido mientras estás aquí. Además... - tras un suspiro angustioso continuó -  Hace mucho que no tocas el piano, siempre te ha gustado mucho y debes practicar para las pruebas del próximo año

- Si es que llego a las pruebas.... - susurré para mí

Aunque lo pronuncié muy bajito mi madre lo escuchó. Menudo imbécil. Debería comenzar a pensar mejor las cosas.

La miré de soslayo sin ser capaz de mantenerle la mirada. Pude ver como las lágrimas se agolpaban en sus ojos ante mis palabras lo que solo aumentó mi angustia.

Últimamente había sucumbido a mi destino y no tenía ganas de nada pero mi madre no se rendía e intentaba sistemáticamente buscarme una ocupación.

- Yoongi cariño - dijo cogiendo mis manos entre las suyas - te conozco y eres una persona fuerte, no puedes dejarte ir, sé que puedes luchar y que quieres hacerlo

Yo no estaba tan seguro, sin embargo, lo último que quería era entristecerla más.

- Entonces ¿qué es lo que quieres que haga exactamente? - pregunté intentando relajar el ambiente

Carraspeó un poco para hacer pasar el nudo que claramente tenía en su garganta, aclaró los ojos parpadeando rápido y se movió hasta sentarse en mi cama para quedar frente a frente.

Respondiendo a mi pregunta me contó que una compañera de trabajo tenía un hijo que acababa de tener un accidente. El chico, que tenía mas o menos mi edad,  había perdido la vista hacia poco y estaba en palabras textuales de mi madre "cabreado con el mundo", así que estaban intentando buscar algo que le gustase par subirle el ánimo. Mi madre toda voluntariosa le ofreció clases de piano impartidas por su "talentoso y amable hijo"

Mi cara conforme me contaba la historia era todo un poema. Entendía la necesidad que tenía de ayudar a todos los desvalidos, internamente creo que le recordaban a mi, pero siempre me metía a mi de por medio y eso ya no me gustaba tanto.

- Está en este hospital en la tercera planta , habitación 313. Puedes pasarte a saludar y le comentas lo de las clases. Ya lo habláis entre vosotros.

- Mamá... Podrías haberle pedido el número a su madre para no tener que abordarlo así - dije mirando a todas partes muerto del miedo - sabes que soy muy vergonzoso ¿Cómo pretendes que me plante en su habitación así por las buenas?

- Eres muy simpático seguro que no tienes problemas con él. Así también haces tu amigos que nunca has tenido demasiados - insistió mientras apretaba mis mejillas para enfatizar sus palabras, falsas, y se levantaba - ¿Vendré mañana a verte vale?

- Por supuesto- me levanté y le di un beso en la mejilla para despedirme

Al principio se quedaba todas las noches conmigo pero con el tiempo, y con los tratamientos que se alargaban, decidí que no podíamos seguir así, debía trabajar y ocuparse de mi hermano

Cada vez que se iba veía en su cara la angustia de dejarme atrás pero no podía ser un obstáculo en su camino, teníamos que ayudarnos mutuamente y más viendo que esto era a largo plazo.

Conforme salió por la puerta me acerqué a la ventana a mirar el jardín. Me gustaba los arboles del centro. Ver como poco a poco iban floreciendo los cerezos y perdiendo sus hojas cíclicamente. Era una de las cosas mas terapéuticas que había encontrado, demostraba que no importaba que todo se acabase, nada era para siempre, las flores siempre volvían.

Me senté junto al alfeizar pensando en ese chico, en como su vida había cambiado también como la mía sin previo aviso. También pensé en por qué mi madre tenía que liarme en sus cosas y en como narices me presentaría en la puerta de su cuarto sin conocerlo de nada. Ya me estaba poniendo rojo y ni siquiera lo tenía delante. ¿Qué aspecto tendría? ¿Y su actitud? Lo mismo rechazaba las clases de piano.

Intenté aferrarme a esa idea lo que quedaba del día para calmar la ansiedad y poder conciliar el sueño pero no funcionó plenamente, mis pensamientos rondaban constantemente al joven invidente de la planta inferior al que debería visitar al día siguiente