La caja de Pandora

428 54 58
                                    


Jade tocaba cada treinta segundos la puerta de Floyd. Pero no había respuesta.

Ni siquiera él sabía porque seguía haciendo eso de forma incesante, sabiendo que no le respondería. Al menos tenía algo de esperanza.

Pero fue inútil. Floyd ni siquiera gritaba o hacia algún ruido. Había un silencio casi sepulcral.

La preocupación comenzó a abrumarlo. No era una persona que apreciaba a los seres humanos. Tampoco era alguien tan abierto como para hacer miles de amigos. El siempre miraba a toda esa gente a su alrededor como simples objetos que tenían que estar en ese lugar.

Tal como el Npc de un videojuego, al cual le podías sacar una plática o algo de valor. Pero también, él tenía un corazón y aunque odiaba sentir, una de las personas más importantes en su mundo estaba sufriendo y esta vez él había metido mano para agrandar la desgracia.

Se quedó mirando a la puerta, aun en sus manos yacía la caja abollada.

-Al parecer el juego se me salió de las manos.-Se dijo a sí mismo. Comenzando a caminar por el pasillo hasta llegar a la cocina.-Es mi responsabilidad arreglar esto. Debí pensar mejor en los riesgos.-Se quitó sus guantes y simplemente comenzó a darle mejores retoques para que el pastel no se viera tan mal. No podía salvar el sabor, era un riesgo que debía correr. Simplemente estuvo arreglando lo estético, al igual que el nuevo envoltorio.

Con sus manos, logró mejorar al cien por ciento la presentación de las dos cosas.

Pero mientras alistaba todo, su vista se fijó en un lugar: Aquel jarrón con esa rosa, claramente era muy hermosa pero hubo un brillo entre el tallo que le llamo la atención. Rápidamente se dio cuenta del anillo. Se le hizo un nudo en la garganta. Realmente estaba completamente arrepentido. Sabía que Floyd estaba enamorado, pero no sabía la magnitud de ese sentimiento. Para el huir de los sentimientos incómodos, era algo del día a día.

Sin embargo, lo que más envidiaba de su hermano era eso... su expresar. Que no tenía miedo a expresar lo que sentía en el momento sin importar las consecuencias.

-Tanto Azul como tú, son un mar de sorpresas que llenan mi vida.-Sonrió con cierta nostalgia, al pensar en los miles de momento vividos. Hasta que de pronto, cierto chico con lentes apareció en su cabeza. Sonriendo, sonriendo de una forma en que no había malicia, ni segundas intenciones.-Al parecer nuestros mares se encuentran en un maremoto... ¿No es así hermano?-Suspiró.-Espero que esto te pueda ayudar.-Se aseguró antes de decir aquellas palabras- te sacare de ese agujero, lo juro.-Fue a su habitación y sacando el mejor papel que tenía y un sobre, comenzó a deslizar la pluma de tinta.-Si realmente mi deducción no me engaña, el actuara de la forma que quiero: Riddle Rosehearts.

Firmó la carta con su nombre y la selló.

Cuando salió del dormitorio de Octavinelle, no se había percatado de la oscuridad que rodeaba el colegio. Hacia frió.

Sin embargo debía arreglar lo que había roto. Pero estaba tan seguro que las cosas se arreglarían de esta forma.

Se paró cerca de la puerta principal de Heartslabyul.

Solo bastaron algunos minutos, para escuchar unos pasos que se acercaban rápidamente.

La luz era tenue, pero aquella cabellera verde la reconocería en cualquier lugar. Estaba grabada a fuego en su memoria.

-Lo siento por la tardanza.-Dijo Trey.-No pensé que me llamarías tan tarde.-Lucia algo nervioso.

-Lo siento por llamarte a estas horas-Intentaba no dejarse llevar por sus sentimientos-Necesito de tu ayuda.

Las consecuencias del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora