Dulce final

1K 58 103
                                    


Por un segundo, sintió que su respiración se detuvo y su corazón comenzó a latir tan lento, que sentía que se iba a desvanecer. Todo el coraje que traía consigo, se esfumó. Como un muerto andante seguía tocando las cosas de Floyd, como si eso fuese a traerlo de vuelta.

No decía ninguna palabra, simplemente seguía buscando en forma automática. Se subió a su cama como si allí lo fuese encontrar durmiendo plácidamente entre las sabanas y los bultos de ropa.

No quería hablar, se negaba a hacerlo, porque sabía que si comenzaba a hacerlo, todo su orgullo, todo su odio y toda su fuerza de voluntad se irían por un agujero para no volver. Mientras seguía buscando, entre sus dedos pudo sentir el saco del uniforme.

Solo ese roce, solo ese segundo le había bastado para que la realidad chocara contra el de una forma brutal.

No estaba, había desaparecido.

Sin pensarlo ni un segundo se aferró al saco con todas sus fuerzas, mientras las lágrimas silenciosas lo empapaban poco a poco.

Dolía, dolía mucho. Como espinas insertándose lentamente en su pecho, una por una. El miedo de no volver a verlo nunca más se impregnaba en su realidad.

-No esta.-Cubrió su rostro con el saco. No quería que nadie lo viera llorar. Pero tampoco quería que el desapareciera como brisa de invierno que se desvanecía después de calar tu cuerpo.

De pronto, sintió el frio a su alrededor.

¿Desde cuando la temperatura era tan baja? Observó a su alrededor ¿Desde cuándo aquel cuarto se hizo tan inmenso?

El sentimiento de soledad lo abrumaba. No le gustaba. Lo odiaba. Sus hombros temblaban mientras mordía sus labios.

-Por favor...-Balbuceó con ojos llorosos, mientras se aferraba a aquel saco negro.-Dame otra oportunidad.-Jadeaba debido al llanto, mientras le hablaba a la nada.

No sabía ni porque lo hacía, solo quería mantener la esperanza. Se puso el saco para calentarse, claramente le quedaba enorme.

Cerró sus ojos un momento imaginándolo. Imaginando su calor. Sus molestias, su forma de hablar, aquellos ojos que no podía olvidar y que siempre lo observaban de una forma que lo abrumaban.

Cayó rendido a la cama, poniéndose en posición fetal, mientras abrazaba la almohada la cual su amado usaba todos los días.

-Dame una o-o-o-oportunidad... No pude decirte lo que sentía ¿A dónde fuiste?-Las lágrimas mojaban la almohada.-Floyd.... Por favor... no pido más, solo una oportunidad.

Volvió a cerrar sus ojos, estaba temblando. Estaba perdiendo la razón. Se encontraba en aquella habitación y no había nada más. El miedo a que lo hubiera lastimado tanto y que eso lo hubiera llevado a cometer una locura.

-Déjame escucharte, déjame escucharte decir de nuevo mi nombre.-Sus ojos estaban enrojecidos. Su nariz pintada de un rojo intenso, al igual que esas mejillas.

Nunca podía ocultar esa coloración. Siempre había evitado no verlo, porque sabía que su cara se iba a poner de ese color.

Se mintió a si mismo tanto tiempo, no era un enfermedad. Había confundido todo.

Al menos... al menos tenía su aroma que lo hacía sentir que estaba aquí, que lo reconfortaba. No podía dejarlo de pensar. Todo su corazón lo extrañaba. Había facetas del chico que ni siquiera se había dado la oportunidad de conocer. No quería aferrarse a solo un recuerdo. No quería perderlo.

-Dime que quieres que haga...-Comenzó a alzar la voz que producían eco en la solitaria habitación...-¡Dime que quieres haga! ¡PERO VUELVE! ¡Te necesito! ¡Te necesito más de lo que creí Floyd Leech! ¡Donde quieras que estés!-Su voz se estaba cortando debido al llanto, mientras cubría su rostro con la almohada.-Te amo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 01, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Las consecuencias del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora