Sus pasos resonaban en los pasillos del hospital, su corazón latía desbocado en ése momento, lo único que ocupaba su cabeza era SeokJin, el poder sentirlo cerca suyo, tenerlo entre sus brazos y poder inhalar su aroma.
— YoonGi... —la voz de TaeHyung sonaba lejana, no le importaba ahora, viró en el pasillo correspondiente y entonces lo miró, el aroma a eucalipto inundó todo su sistema y antes de percatarse ambos corrían al encuentro del otro.
No importó nada más, todo quedó olvidado cuando los brazos del ahora rubio mayor se envolvieron al rededor de su cuerpo, sus lobos meneando la cola, felices de estar juntos de nueva cuenta.
Ajenos a todo, incluso al dolor del otro alfa de la relación, quién les miraba con un dolor incrustado en el pecho, sus costillas incluso dolían con cada respiración, apretando el pequeño cuerpo de su hijo fue qué dió media vuelta, alejándose, después de todo... ellos salían sobrando.
...
— Señor Kim, hemos llegado —su bebé le miró con los ojos brillosos y curiosos, le dedicó una sonrisa suave antes de sujetarle y bajar cuándo la puerta del auto se abrió para ellos.
Le dedicó una ligera sonrisa al beta qué conducía para su familia desde hace algunos años, MinSeok era leal a él y agradecía eso con el alma, más allá estaba la camioneta dónde venía su equipo de seguridad, siempre alerta, siempre siguiéndolos.
— ¿Mamá? —la suave voz de MinGyu le llamó la atención mientras caminaba sujetándolo entre sus brazos, dejó un beso en su sien antes de entrar en la casa donde se quedarían el tiempo qué desgraciadamente YoonGi quisiera.
— Más tarde vendrá, bebé, por lo pronto vamos a comer golosinas —y estaba haciendo pequeños sonidos en su pancita, causando pequeñas risitas de su adorado bebé.
Porqué justo en ése momento no importaba nada, se aferró a qué sí incluso su omega no los elegía, todo estaría bien.
...
— No deberías mentirle, TaeHyung siempre ha aparentado ser fuerte pero en realidad es el alfa más blando qué puedas conocer —sus dedos hacían pequeñas caricias en el dorso de la mano de YoonGi quién miraba hacía la habitación de DaeHyun.
Pronto sus miradas se encontraron y una sonrisa tiró de sus finos labios, estaba más hermoso qué nunca, sus manos picaban por tocarle, su lobo rugía por poder besarle y poseerle en todos los sentidos.
— Le diré pronto, lo prometo —y sabía que estaba mal, era tan pronto, ni siquiera debían considerarlo, alguien podría verles y sin embargo, no importo aquello cuándo sus labios se rozaron, una de sus manos tirando de sus cabellos en busca de más.
— Es bueno verte, hermano —y de pronto los dos se separaron de golpe a penas escucharon la voz de TaeHyung, YoonGi se quedó por completo quieto, incluso su respiración se quedó estática, ninguno de los dos se movía.
Los ojos gatunos se movieron hacía la figura de su hermano y entonces le sujeto para qué no se levantará, estaba temblando y probablemente caería.
— Es mí culpa, me aproveché de YoonGi —su hermano solo le dió un ligero encogimiento de hombros antes de alejar la mirada del pequeño rubio.
— Vine solamente porqué MinGyu pregunta por su madre, supongo qué puedo decirle qué sigue ocupado, bastante —y entonces la realidad cayó sobre ambos, a pesar de ser destinados tenían vidas distintas, personas qué dependían de ellos.
YoonGi tenía un hijo, con su hermano, y él tenía dos niños esperando en casa por él... y no podían escapar de ello, no ahora.
...