Entre mi mente y yo

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Siempre me he preguntado... ¿quién soy? ¿por que yo? ¿por que siento?¿por que no puedo sentir lo mismo que aquellos que me rodean? ¿por qué la vida sigue en los demás y para mí se detiene cuando no estoy presente? ¿Por qué solo puedo vivir un momento a la vez?

Desde pequeño mi don de discernimiento se hace presente a cada segundo, aquella necesidad de analizar cada detalle, cada movimiento, cada color, cada gesto. Quiero entenderlo todo, o eso quería...

Mi vida siempre fue sencilla en algún punto, pero todo se jodió, sin razón aparente.

Todo comenzó por ser el último hijo de mis padres, mi hermano más cercano en edad me lleva 8 años de diferencia, un lapso de tiempo lo suficientemente espacioso para crear en mi madre la necesidad de consentirme, sin embargo desde pequeño supe que no había nacido en el cuerpo correcto, fantaseaba con tener el cabello largo y hacerme trenzas, con usar ropa de color rosa y jugar a las muñecas. Quería ser como mamá, y admiraba a mi hermana mayor, así que, sí, quería ser una de ellas.

Al haber nacido en una familia machista, fue creciendo el miedo a demostrar mi verdadero yo, el miedo al rechazo, me permití aislar y reprimir quien era, esconderlo en una caja y depositarlo en un lugar tan oscuro y lejano que me hiciese olvidarlo. Pero fue más fuerte, y jamás me abandonó. Crecí escuchando amenazas que me hacían reprimir mi yo interno, tenía miedo de fallar, estuve en deportes, participaba en actividades pero nada funcionaba, al parecer era más transparente de lo que creía y todo el mundo podía ver a través de la fachada que con mucho esfuerzo intentaba construir, quería ser el hijo perfecto, quería llamar la atención donde me parase,sin necesidad de hacer alboroto... A lo mejor ese fue mi fatídico error, querer encajar, querer ser el puto centro de atención, una pieza mas en el engranaje que hace girar al mundo.

A los catorce años conocí mi primer amor, un amor de niño que marcó mi vida y le daría un rumbo diferente, allí fue donde confirmé mi sexualidad, sabía que era gay, o eso creía, lo más duro de todo fue aceptarme públicamente, "salir del clóset" como quien diría. Viví muchos amores fallidos, que sí, me hicieron perder tiempo, pero me brindaron experiencia y conocimientos.

Mis padres eran los únicos quienes no sabían de mi homosexualidad, o mejor dicho no aceptaban mi homosexualidad, quizás solo se hacían de la vista gorda. A los 17 años conseguí un trabajo como cajero en un restaurante de quinta, y un piso el cual alquilar por una majada de pasta, claro esta, no era una habitación en el palacio de Buckingham, de hecho era un cuarto de unos 2.50 metros cuadrados, donde solo cabía una cama individual y una pequeña cómoda, pero vamos, que para un chico de 17 años con ganas de superarse tampoco estaba tan mal.

La vida continuó, amores, desamores, cambios de trabajo y así, hasta que al fin toqué fondo, había renunciado a mi trabajo por una pequeña riña en pleno horario laboral, me quedé en el aire, no sabía que hacer, sin ahorros, sin comida, sin trabajo, y orgulloso, una fatal combinación que me llevó a la ruina, boleto directo y sin escalas que me llevó a conocer lo más profundo del abismo y éste decidió darme bofetadas a diestra y siniestra. No le bastó siquiera con que estuviese condenado a permanecer en lo más profundo.

Los días se convirtieron en una tortura, tomaba agua para engañar a mi estómago e intentaba dormir la mayor parte del tiempo, así intentaba distraer a mi mente de sentir hambre.

Comencé a buscar soluciones, y solo una podía tomar, comencé a alquilar mi cuerpo para poder costear mis necesidades básicas, alimento y un techo que me diera cobijo.
Y allí estaba yo, solo y derrotado, sin nada que perder, fue ahí cuando pensé, salí a caminar y lo vi, al borde de un mirador, más allá de la carretera, a lo lejos, una ciudad se erigía imponente, un resplandor en el cielo gris del atardecer que se iba apagando cada vez más.

Y me ví, un pequeño punto insignificante en el mundo, ¿y qué es el mundo si no más que un punto diminuto en el basto e infinito universo?
Yo no era nada, no era nadie, estaba paralizado, al filo de un abismo, pero el mundo seguía girando, la vida continuaba, eso me hizo pensar que, un grano de arena en el desierto no cambia nada, por muy brillante que sea, cualquiera podría tirar ese grano al mar, y se perdería, y el desierto seguiría igual...

Yo no era nadie, solo era un grano de arena en el desierto que no cambiaba la dirección de nada, no haría falta entonces... Solo quería morir, estar en paz, nunca sabría quien era, o cual era mi propósito, o si quiera si tenía alguno, eran preguntas que no tenían respuesta y mucho menos las tendría si seguía viviendo.

Ahora heme aquí, con dos cajas de Doxepina recién ingeridas, los audífonos tocando una hermosa melodía en mis oídos, y un vaso de agua que me ayuda a disipar el sabor del medicamento en la boca, en cualquier momento una arritmia cardiaca se apoderará de mi, provocando un paro al corazón, y me llevaré todas mis dudas, mis preguntas, y mis recuerdos, el pequeño grano de arena desaparecería en la inmensidad del océano y nunca más volvería a estar en la superficie. A donde quiera que viaje el alma cuando deje mi cuerpo pálido y rígido sobre el colchón, allí viajaran todas las preguntas, inquietudes, esperanzas y todas las pesadas cadenas con las que se mantenía anclado mi ser. Y heme aquí decidiendo morir, porque he elegido ser un cobarde con temor a la vida, y porque he comprendido cual es mi lugar.

Notas de un suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora