Noah

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Las lágrimas no se hicieron esperar.
Mi cara comenzaba a mojarse y a enfriarse, debido al clima en Las Vegas. Estábamos como a 10 grados. Hacía frío y sólo llevaba una chaqueta ligera.

Sollozé como nunca lo había hecho. La gente me volteaba a ver, yo intentaba esconder mi cara llorosa. Con mi manga sequé un poco mi rostro, y a paso rápido, caminé hacia el otro lado de la calle, donde había un área de taxis.

—Genial. — murmuré mientras cruzaba la calle con aún paso rápido. Sólo había un taxi disponible, la mayoría de ellos ya se habían ido a descansar o atendían otros clientes.

Aún con mi rostro "seco" seguían saliendo lágrimas de mis ojos, y estos se ponían cada vez más rojos al igual que la punta de mi nariz.
Quería irme de ahí lo más pronto posible. No quería que Michael me siguiera o me encontrara.

—Buenas noches. — saludé con mi voz un poco quebrada a un chico que estaba sentado de espalda, encima del cofre de su auto amarillo. En su puerta izquierda veía su letrero "Taxi".

El chico se fumaba un cigarrillo, mientras el viento frío de la noche movía ligeramente su bien peinado cabello castaño. Volteó hacía mí, mirándome fijamente a los ojos. Sus ojos, oh, sus ojos.
Ventanas tan penetrantes, color verde, siendo resaltados por sus grandes pestañas.

Su rostro era prácticamente perfecto. Su piel aterciopelada, blanca, parecía un fantasma. Era un chico muy guapo, sencillo y con un aura algo cálida.

A pesar de tener una profesión de taxista, vestía muy bien. Algo elegante y a la vez sencillo. Un pantalón de mezclilla azul largo, con una camisa lisa blanca fajada dentro de este, encima llevando una chaqueta negra de cuero con muchos cierres.

Me sonrió, mostrando una dentadura casi perfecta, dientes totalmente blancos, sobresalían y reposaban detrás de esos labios rosas y delgados. Se puso de pie casi al instante en que notó mi presencia, pero su sonrisa y expresión calida cambió al notar mi humor.

—Buenas noches, señorita. — contestó, con una voz suave. — ¿está todo bien?

Intenté hacerme la fuerte, pero la verdad me había afectado mucho las palabras de Michael. Él nunca se habría atrevido a hablarme así.

Volteé para ver la entrada del hotel, asegurándome que no había salido Mike. Y por lo visto, poco le importaron mis sentimientos. Miré de nuevo al chico mientras mordía mi labio.

—Sólo llévame algo lejos de aquí, porfavor. — dije con la voz ya muy cortada y sintiendo un nudo en mi garganta.

En cuestión de segundos, el chico pasó hacia el otro lado de su vehículo, dónde estaba yo parada, abriéndome la puerta de copiloto.

Subí dejándome caer en el asiento, cansada, frustrada. El chico, amablemente tomó mi maleta y la subió a la cajuela. Posterior a esto, corrió hacia el piloto y comenzó a conducir a velocidad algo alta.

Metí mis manos en los bolsillos de la chaqueta suspirando, sintiendo en el interior un papel arrugado. Lo saqué y era la dirección de Janne. Bueno, al menos tendré dónde dormir.

—Disculpe, señorita... — escuché de nuevo esa voz hipnótica. — no es que me quiera meter en sus asuntos, pero, ¿está todo bien?

Fijé mi mirada en él, sonriendole un poco. Él me devolvió la encantadora sonrisa.

—¿Necesita ir algún lado en especifico, como policia o parecido? — siguió cuestionando.

—No... Es solo que... — respondí nerviosa. No podía contarle todo esto a él, a un desconocido. No podía decirle quién era mi... amante.

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2020 ⏰

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