Las mariposas están revoloteando sus alas. -------------------------------------
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Pov. Horacio.
Luego del mensaje de Gustabo confirmándome que Emilio vendría por mí corrí a arreglarme. Tomé un baño y fui a la parte más importante, la vestimenta. La verdad no sabía a dónde iríamos, pensé en ponerme hasta un sombrero de charro, pero al final supuse que sería demasiado. Solamente tomé mis jeans rojos para combinarlo con una chaqueta del mismo color con una remera blanca debajo.
Estaba prácticamente bañándome en perfume cuando escuché el timbre y bajé a abrir la puerta.
—¡Emi...-me corté-
—¿Esperaba a otra persona? -me miró de arriba a abajo- Supongo que sí, lamento venir sin previo aviso Horacio.
—Yo... Lo siento si sueno grosero, ¿pero qué cojones hace usted en mi casa y como sabe dónde vivo?
¿Por qué aquel alumno de mierda venía hasta mi casa y hablaba con tanta confianza?
—Horacio... Usted, ¿realmente no recuerda quién soy?
Iba a responder cuándo una figura ligeramente más baja que el peli blanco frente a mí apareció por el pasillo.
—¿Comisario?, ¿se le ofrece algo? -preguntó con asco-
¿Comisario?, ¿qué carajos? Lo último que hubiera esperado es que el mexicano pasara empujandole el hombro a aquel oficial para llegar hasta mí y tomarme de la cintura hundiendo su cabeza entre mi cuello y hombro para dejar un sonoro beso allí... ¿Qué?
—Hola bebé.-susurró aún en esa posición-
—Hola...-respondí de forma muy baja-
No sabía que hacer o siquiera como reaccionar, por lo que solamente me quedé quieto en mi lugar.
—Yo... Me retiro. Lamento las molestias Horacio.
Pude observar su rostro por sobre el hombro de Emilio, parecía, ¿decepcionado? Algo en mí dolió al ver dicha reacción, quería correr hacia él y pedirle perdón. Rápidamente se volteó y desapareció de mi vista.
—¿Qué quería ese cabrón? -preguntó Emilio alejándose de mi cuerpo pero aún sosteniéndome de la cintura-
—Yo... No lo sé. Ni siquiera sé quién es, solamente sé que es oficial. -le expresé-
—Comisario. -me corrigió- ¿Y cómo es eso de que no sabes quién es? -preguntó con una risa-
—No... Lo vi una o dos veces máximo.
La cara de Emilio rápidamente pasó de ser una con diversión a una seria y con preocupación.
—Horacio, no soy quién para hablarte de ésto, pero creo si tendrías que preguntarle a tu hermanito sobre el pinche ruso. -frunció un poco su entrecejo quedándose en silencio unos segundos.-¿Sabes qué? Déjalo así. Realmente no es más que un mamón.
