PROLOGO: GUERRA

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Querida Iona acabo de llegar al campamento... Es un infierno. Esta guerra se extiende más de lo que a los altos mandos les gustaría, el enemigo es formidable. Esas... Cosas son imparables, pude ver como una de ellos despedazo a Hans con sus propias manos... Espero que esta carta llegue, pero como están las cosas veo que talvez nunca recibas mi mensaje... De ser ese el caso quiero decirte que te amo con toda mi alma y te prometo que te acompañare en esta vida y en el resto de la eternidad y que..."

- ¡Soldado deje de escribir, debemos defender la línea lateral¡¡Ahora ¡-

"Espero verte pronto con mucho cariño tu amado. Jansen"

El soldado Jansen, sentado en un tronco bajo el techo de una carpa de campaña, dejo apartado el papiro y su lápiz, envolvió el papel en 4 partes y lo guardo en unos de los bolsillos de su cinturón, procedió a levantarse y se dirigió a la figura que lo llamaba desde la entrada de la carpa.

-Capitán Jansen a su servicio Auxiliar Julianos- tras decir esto Jansen llevo sus dedos a su cien en señal de respeto.

-Deje las formalidades soldado y diríjase al campo nos necesitan allí- Julianos tenía cierta cara de preocupación.

Jansen salió de la carpa, fuera el suelo estaba calcinado por el fuego, los arboles cubiertos de cenizas, había chispas cayendo como si un volcán hubiese hecho erupción, Jansen se dio cuenta de esto y admiro el paisaje devastado durante unos breves instantes, a lo lejos pudo ver los cadáveres de sus compañeros siendo consumidos por el fuego, Jansen estaba atónito hasta que el empujón de uno de sus camaradas de regimiento lo trajo de vuelta del trance.

-Jansen no es tiempo de buscar aves muévete- le dijo mientras cargaba un puñado de espadas y dagas.

Jansen fue en su misma dirección mirando ocasionalmente hacia sus lados, todo lo que podía ver era a sus camaradas heridos, distribuidos en varias carpas de enfermería, pero eran tantos que la mayoría de ellos estaban fuera. Estaban mutilados y heridos de diferentes maneras; algunos con quemaduras que llegaban hasta los huesos, otros con cristales de hielo incrustados en sus miembros, algunos tenían rupturas óseas en posiciones imposibles, un panorama bastante desesperanzador. Todo lo que podía oírse eran los sollozos de sufrimiento de aquellos pobres hombres Jansen lloraba por dentro mientras seguía a su compañero, tras pasar por la zona de enfermería tras unos cientos de metros llegaron a un cuartel, fuera estaban varios soldados; equipados con un casco de acero, llevaban una cota de malla de armadura, en el hombro izquierdo tenían un paño de color morado que se envolvía en mitad de su cuerpo como una toga, en el centro del mismo tenían un emblema de un martillo con la letra Omega detrás, a su cintura tenían un cinturón donde colgaba la vaina de una espada. Estaban escuchando a Julianos, el cual parecía estar dando un discurso a sus tropas.

-...Hombres ustedes son nuestra última esperanza para frenar al enemigo, ustedes son lo mejor que tenemos, los más fuertes, los más veloces y capaces de esta legión. Debemos vengar a nuestros hermanos que allá yacen retorciéndose en la mayor de las agonías, yo mismo los entrene a cada uno de ustedes ¡Hoy demostraremos el poder y ferocidad del ejercito aliado! - Mientras decía esta última frase saco su espada de la funda y la alzo al cielo

- ¡Hua! - Gritaron todos aquellos hombres al unísono.

Jansen observaba y tras el discurso se dirigió a Julianos

-Gran discurso señor- le dijo mientras veía como los legionarios partían al campo de batalla

-No seas condescendiente Jansen envié a mi propia legión a una muerte segura mientras yo estoy aquí. Vivo. - El semblante de Julianos parecía desvanecerse mientras hablaba.

-Puede que sea cierto señor, pero usted es un gran comandante creo que nos sacara de esta tal como lo hizo en el páramo nevado-

Julianos soltó una pequeña carcajada tras escuchar esto

Los Dioses No Mueren...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora