☁️

2.3K 380 170
                                    

"¿Felix o yo?"

La pregunta le genera una sonrisa de oreja a oreja. Sabe que a estas alturas todos se han dado cuenta del aprecio infinito que siente hacia uno de los menores del grupo. No sólo los miembros se lo recuerdan cada que pueden, Stay de varias partes del mundo no pueden sino compartir sus pensamientos a través de aquella famosa aplicación del pajarito azul.

Debates de si sólo era hermandad o algo más lo que pintaban sus palabras al hablar sobre él, preciosos dibujos en mil y un técnicas diferentes— que, como llegó a admitir en alguna ocasión, guarda con cariño en su galería — donde el principal protagonista es su querido niño pecoso, incluso se ha tomado la molestia de leer algunas historias que fans han escrito y compartido en esa misma plataforma.

Por supuesto, no es el único que hace eso, pero todo lo que hace, conscientemente o no, siempre lo lleva a lo mismo: Felix.

—Lamento decir esto pero— una risilla se le escapa de entre los labios y se acomoda la gorra en un gesto pensativo — tengo que escoger a Felix. Él es, mi otro yo, mi alma gemela— está seguro que para cuando termina de hablar Stay ha hecho mil y un teorías nuevas, el dichoso 'Chanlix' volverá a ser tema de debate y todo se irá cuesta arriba. Otra vez.

Los minutos pasan con rapidez y antes de que lo note el tiempo se ha terminado, un par de palabras de despedida y un abrazo virtual son lo último que dice y hace antes de apagar la trasmisión y dejarse caer en la silla donde estuvo sentado por poco más de una hora. Ama hablar con sus fans, escuchar música y darles consejos en lo que requirieran, pero un vistazo al reloj de la pared le confirman que es casi la una de la mañana y ha estado encerrado ahí por al menos siete horas. Perezosamente apaga todo, toma sus cosas y camina por los pasillos hasta salir de la empresa y que la frialdad de la madrugada le cale los huesos. A pesar de ser verano aún las noches se están poniendo frescas, señal de que el otoño está a la vuelta de la esquina.

En el estacionamiento solo queda una camioneta que los transporta hasta sus dormitorios, pero un mensaje de Changbin enviado a las once de la noche donde le dice que estará en el estudio hasta muy tarde le hace dar la vuelta y recorrer los pocos kilómetros que hay de un edificio a otro. Sabe que Changbin no tendrá ni cabeza para pensar a dónde irse a pie y necesitará el aventón, a diferencia suya que todavía le queda energía para desplazarse.

En silencio, camina por aproximadamente diez minutos antes de llegar a su destino. El portero le reconoce enseguida y apenas un poco después ya está en el elevador. Es la una y media en punto cuando gira la perilla de su hogar.

—Estoy en casa— habla en voz muy bajita para evitar despertar a cualquiera de los chicos que ya se haya ido a dormir. Se topa a los dos menores y a Han en el sofá desparramados viendo una película, sin señal de los demás, así que supone ya deben de estar por el quinto sueño.

—Bienvenido hyung — es Jisung quien lo recibe — Minho hyung te dejó la cena lista en la estufa. Todos los demás se han ido a dormir.

A pesar del cansancio no puede evitar sonreír. Podían ser los más ruidosos del mundo y unos verdaderos fenómenos, pero sus chicos también eran considerados el uno con el otro. Se acerca con cariño y revuelve los cabellos de cada uno, haciendo que Jisung y Jeongin se quejen y Seungmin se ría en silencio.

Deja su bolso acomodado en algún lugar de la sala y camina hasta la cocina donde, en efecto, yace una cacerola mediana con estofado de kimchi que todavía sigue caliente. Sin esperar más se sirve y luego de agradecer rápidamente comienza a comer. Plato tras plato, arrasa con toda la porción que le satisface en justa medida; toma nota de agradecerle a Minho por saber lo mucho que él come y guardarle la cantidad adecuada. Lava los platos y después se dirige al baño donde toma una ducha rápida para sacarse de encima el sudor y relajarse, el día ha sido largo y afortunadamente bastante productivo: terminó varias piezas musicales y preparó otras nuevas, progresó en su clase de baile y habló con sus fans.

Sale envuelto en una toalla y se dirige a paso tranquilo a la habitación que él, Changbin y Felix comparten. Con cuidado, abre la puerta y entra al cuarto que está completamente a oscuras y en silencio, como supone la cama del más bajo está vacía y no le sorprende en absoluto notar un bulto acostado en la suya. Sonríe de lado y procede a vestirse en total calma solo con unos boxers y una playera sin mangas; y es apenas cuando cierra la puerta del armario y cuelga la toalla en un gancho para que seque que escucha el sonido de sábanas siendo removidas.

—¿Chan? — la voz adormilada de Felix rompe el ambiente silencioso, y es a través de las sombras que Chan vislumbra la silueta del contrario sentada en el colchón, cabello revuelto y una playera de mangas que se ve enorme en su menuda figura.

—Ya llegué bebé — pronuncia bajito en inglés. Es normal para ellos comunicarse en su idioma natal cuando están solos y sin usar honoríficos, es más cómodo y de algún modo conectan mejor entre sí —. ¿Te desperté? Lo lamento.

—Te estaba esperando — más movimiento de sábanas y lo siguiente que ve es a Felix sonriendo perezoso y con los brazos abiertos, ansioso de contacto físico. Tentado por la imagen sube los pocos peldaños de la escalera de la litera y deja que el calor corporal y el suave aroma de su niño lo envuelva por completo. A pesar de ser un poco más alto que él, Felix se esconde en su pecho y él a su vez pasa sus brazos por su cintura y espalda, ambos encajando en el otro y llenando cada hueco del cuerpo contrario. Acaricia su cabellera y deposita un beso en esta con delicadeza.

—Te extrañé Lixie— siente al otro sonreír ante aquel íntimo apodo y no se sorprende cuando este alza la cabeza y captura sus labios en un beso que lo derrite enteramente y lo deja pidiendo por más. Besar a Felix era como un choque de planetas, la creación de un púlsar y el nacimiento de un sol— Felix se ríe de sus comparaciones pero él no puede evitarlo, es un amante del espacio desde que tiene memoria y nada podía hacer contra ello—. Antes de darse cuenta sus manos se mueven inquietas y las prendas del menor se pierden entre las almohadas y colchas, dándole un total acceso a cada rincón de su piel cremosa y salpicada por estrellas que jamás se cansaría de explorar. Suspiros y susurros llenan el ambiente, ambos están consientes de que hay otras personas en el departamento y lo que menos desean es alertarlos, pero a su vez aquello enciende la llama, la adrenalina de hacer aquello sin ser descubiertos.

Era así algunas noches, donde su necesidad imperiosa de trazar con sus yemas aquel mapa estelar que reposaba sobre cada surco, curva y línea del cuerpo ajeno, lo vuelve loco. Lo siente temblar y deshacerse en suspiros entre sus brazos cuando besa su cuello; sus manos reposan en sus hombros y sus delgadas piernas lo rodean por las caderas, juntando sus hombrías y frotando sobre la tela de su prenda que cada vez se vuelve más incómoda. Aquello le hace separarse brevemente para sacarse la ropa antes de volver a estar encima suyo; ambos jadean cuando sus pieles se tocan sin límites ni barreras.

Sus palmas, ansiosas, dibujan constelaciones en su vientre, perfila a la luna en su espalda y besa a la Vía Láctea en el hueso de sus caderas. Su nombre escurre como miel en aquella dulce boca que entreabierta gime quedito para no despertar a nadie, sus uñas se clavan a la altura de las escápulas y se siente completo cuando al fin ambos cuerpos celestes colisionan y se unen formando un nuevo universo. Cada movimiento crea galaxias de todas las formas y tamaños, cada caricia pinta nuevos exoplanetas y cada palabra que intercambian construye cuasáres y nebulosas. Gotas de sudor recorren su superficie como cometas errantes y terminan por impactar como asteroides tras perderse entre las sábanas; cuando finalmente alcanzan el límite la más majestuosa supernova nace, jadeos y besos de por medio.

Una vez terminan y las auroras se apagan, Chan baja de su cama hasta los cajones de ropa, de donde saca toallitas de bebé con las cuales limpia por completo el cuerpo de Felix y el suyo, se visten mutuamente y otra vez reposan en total calma uno al lado del otro. Es entonces cuando Felix sonríe y él no puede evitar caer embobado de nuevo por aquel chico que era la más pura representación de todo lo que ama y adora; un niño hecho de polvo estelar, meteoros y miles de millones de soles.

—Chan— su voz se oye agotada, sus ojos están cerrados y parece más dormido que despierto, pero él lo escucha. Siempre lo escucha— hoy vi... hoy vi la trasmisión. Escuché lo que dijiste y... — pausa unos segundos para bostezar y acurrucarse más a su lado— y quería que supieras que también pienso lo mismo. También eres mi alma gemela, Chan.

Algo en su pecho aletea y por inercia sonríe. Saber que aquel precioso sentimiento era recíproco provocaba cosquillas en su estómago y alegría en su corazón. En respuesta lo abraza y frota su espalda, cayendo lentamente en el hechizo de Morfeo.

Sí. Felix era su alma gemela, su otro yo, y la razón por la que cada día deseaba ser alguien mejor.

soulmate 「chanlix」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora