vii.

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-hola. -le dije después de que me mirara fijo por unos minutos.

-no estabas. -dijo serio.

-¿perdón? -dije confundida.

-desde el viernes pasado no estas.

-¿me esperabas? quiero decir... ¿has venido desde el sábado sólo para verme? -se sonrojo

-no... eh... no, por supuesto que no. -dijo algo nervioso.- tengo que tomar este subte todos los días ahora.

-sí, claro. -intenté no sonreír.

luego de unos 5 minutos el subte llegó y me senté en el lugar de siempre, con michael a mi lado.

-¿por qué no estabas? -preguntó.

-¿te importa?

-te estoy preguntando. ¿no?

-sólo trabajo los martes, jueves y viernes.

-podrías haber avisado. -susurró pero igual lo escuche, aunque hice como si no lo hubiera hecho.

-¿qué?

-nada. -sonrió.- no importa.

-si que importa.

-ya, cállate o ponte a jugar con tus tic tacs, como siempre

saqué la cajita de mi bolsillo y la mire por unos segundos.

-normalmente... -empece a decir.- nunca hago esto pero... ¿quieres?

-no me gustan. en realidad las odio.

-¿por qué? son geniales. -dije comiendo un puñado de tic tacs.

-¿tienes algún tipo de adicción a esas cosas? siempre las estas comiendo.

-algo así. -dije tragando.- ahora dime. ¿por qué las odias? -lo mire a los ojos. no sé si les dije pero eran de un color verde realmente hermosos.

-mhm... ok. -se aclaro la garganta y mordió su labio.- el perro que mi padre me regalo antes de morir murió porque se atraganto con una de esas. -explico apuntando la cajita en mis manos.

-oh... lo siento.

-esta bien. -me miro a los ojos y sonrió.

-

ah pues si como sea ahre

espero que haya quedado bien bue

voten comenten y ya saben esas cosas

tic tac.// michael clifford.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora