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—Odio los lunes —comenté con cierta pereza sentándome en el retrete.

—Todo oiamo lo lune —cepillaba sus dientes a mi lado, frente al espejo.

—¿Eh?

Escupió salpicándome la pierna, iuuuu.

—Que todos odiamos los lunes —sonó fastidiada.

Me veía cagar, le dije con la mirada '¿es en serio?'.

Salió moviendo sus manos de forma graciosa.

Teníamos tanta confianza hasta para bañarnos juntas bajo la misma regadera, y es que, con un solo baño, las dos en el mismo trabajo y horario. Teníamos que ahorrar tiempo.

—¿Aceptaste alguna cita? —traté de sonar casual.

Me miró fulminante.

—¿Qué dijimos, Elán?

Me encogí de hombros mientras buscaba mi saco.

—Mira, trata de hacerlo, por mí. No quiero que te quedes alado de una adicta toda tu vida —me coloque el saco, buscando mi celular.

—No exageres, mejor, primero te entrego en el altar y después sigo yo. Así me aseguro de que estés bien —la miré horrorizada.

¿Boda?

—¿Quién es la exagerada ahora?

Rodeó la barra de la cocina, dejó mi comida en la pequeña mesa y me sostuvo por los hombros.

—Solo quiero tu bienestar, créeme, no necesito a nadie ahora, solo que tu estés bien. Y cuando encuentres el amor verdadero se le iluminaron los ojos, suspiró dramáticamente . Estoy 100% segura que lo estarás.

Laura tenía la teoría de que encontrando una persona que me llenará en todos los sentidos, mi sed de sexo, y mi miedo de estar sola se acabarían, que lo sabría cuando conociera a la persona. Que mis instintos me lo dirían.

Bobadas, siempre pensé.

—Aja, mucho royo, ¿y si esa persona me abandona, me deja sola unos años después?, ¿o se le va el amor? negué zafándome de su momento empalagoso. Empecé a devorar mi desayuno.

Sentí su escrutinio en mí, levanté la mirada. Tenía los ojos de perrito, los brazos estirados hacia mí para que tomara sus manos. Ash, no podía decirle que no a ella, deje la cuchara dentro del plato y tome sus manos.

—El amor verdadero —empezó —, ese no traiciona, no utiliza, no miente se escuchaba y veía tan sincera, adentrada en el tema, su voz suave y baja —, mucho menos te abandona apretó mis manos, se le iluminó el rostro —. Te hace saber con actos que solo eres tú, que tú le das lo más importante en su vida, que sin ello él no podría seguir.

Fruncí el ceño.

—¿Qué?

Sonrió de una manera encantadora, enseñando esos perfectos dientes que tanto cuidaba.

—Paz, felicidad, plenitud, seguridad, amor.

La miré como si estuviera loca, realmente no me tragaba el cuento de que existiera un hombre así, tan solo me daba cuenta con los que me acostaba, solo querían algo de una relación, después de eso te botaban.

Como lo hizo mi padre, pensé en eso, inmediatamente solté sus manos y me puse de pie.

—Pues ha de ser uno de entre todo el mundo y no se encuentra en New York.

Un poco romántico| En curso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora