Nota: Capítulo con contenido +18. Se advirtió que tendría muchas escenas así, de igual forma estaré avisando antes de un capítulo que contenga.
Me miraba con algo de tristeza mas no con lastima. Mi corazón latía aceleradamente por una respuesta de su parte, quería que se compadeciera y no se marchara con una mala idea de mí.
—Los padres a veces solo piensan en ellos —sonó a afirmación, a que ya vivió algo que lo compruebe.
Familia disfuncional, ¿eh?
—¿Cómo cambiamos de tema tan rápido? —traté de no meter más mi liada vida.
Ya le había dicho prácticamente que era una adicta al sexo.
No se espantó, así que no iba a seguir por esos rumbos.
—Fuiste sincera, Elán —me vio con dulzura —. Perdón, señorita Elán.
Cuando corrigió me reí.
—Era una broma, tutéame sin problema —le reste importancia con la mano.
En el acto, la tomó. Me quedé sin aliento. Lo detallé con la mirada, no me podía contener, era como un maldito imán.
—Gracias por abrirte a un desconocido.
Yo sabía que hablaba de mi confesión, pero de todas formas mi mente sucia siempre les hallaba doble sentido a las cosas.
—Nunca pensé decir esto y menos a una chica hermosa como tú, pero, me alegro de que hayas recibido a un desconocido en tu casa.
Sentí la sangre subir a mis mejillas, me había hecho un cumplido. Eso me encantó. Realmente mandó mariposas a mi estómago.
—Gracias por no gritar en la calle, pidiendo ayuda porque una loca te estaba acosando —compartimos sonrisas.
Se levantó, me ayudó desde nuestro toque. Lo más seguro es que ya tenía la mano mojada, no era una chica que le sudaran las manos. En el momento que lo conocí empezaron a hacerlo y no se detenían.
—Tengo que irme, fue un verdadero placer conocerte —besó caballerosamente el torso de mi mano.
Seguí sus movimientos idiotizada.
—Lo que no fue placentero fue el cómo nos conocimos —me avergonzaba de recordarlo, me ponía roja delante de el —. Igual estuvo bien.
Soltó delicadamente mi mano, empezó a irse. Sentí igual de feo que cuando me ganaban la última dona en la oficina. Se estaba marchando, ni siquiera me había pedido mi número, ni yo el suyo.
Jamás lo volvería a ver.
Desde mi posición vi como abrió la puerta y como último despido se giró para sonreír. Se me apretó el pecho. Dije adiós con la mano. Todo casualmente lento y torturoso.
Nuestros ojos hicieron conexión. Resplandeciendo entre sí. Dudando me acerqué un poco mecánicamente, de nuevo pareciendo imán, tensó la mandíbula, mi vista se deslizo hasta su agarre en el pomo, también se apretó.
Me resultaba tentador tocar esa afilada mandíbula con esa casta barba. Esos brazos musculosos, que hiciera con esas tratadas manos lo que quisiera conmigo. Me mordí el labio, fuertemente. Lo miró con tanto anhelo y deseo. Miró todo mi rostro y cuerpo, con una mirada libidinosa.
De un solo golpe cerró la puerta, colocó la cadena sin dejar de verme.
O sea, si podía hacer eso hábilmente, ¿Qué cosas no me haría a mí?
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Un poco romántico| En curso.
RomanceNarra una parte de la vida de Elán Rodríguez Gutiérrez, mujer extrovertida, fuerte, soñadora y para nada madura. Te lleva por una loca experiencia que marcó el rumbo de su historia y de las personas involucradas en ese punto de su vida. Cuando: Va p...