SÍNTOMAS

442 76 57
                                    

SÍNTOMAS

Después de esas palabras tan confusas volteo a verlo, su semblante se ha relajado y no cabe duda que este tipo tiene un problema. Y no hablo de dinero ni de amor sino mental. No sé qué quiere de mí, pero yo no puedo ayudar a alguien que parece que no quiere que lo ayuden.

-- Baja... -- me ordena.

Dudo en salir pero recuerdo que tiene un arma, saca una linterna y guarda mi cartera, teléfono y llaves en la bolsa de su pantalón, pero al bajar, me doy cuenta de que no sé en dónde estamos, todo está oscuro y no veo nada porque la noche me pega en los ojos de tope y son sensibles, hace un poco de frío y parece que estamos en un bosque. Creo.

-- Ven -- me toma del brazo y me jala -- vamos a deshacernos del auto

Abro los ojos y volteo a verlo porque de pronto, la luz de la luna está comenzando aclarar mi visión, parpadeo un poco y veo cómo es que estamos cerca de un barranco.

-- Vamos a tirarlo ahí, y sobra decir que si no te comportas tú también te irás con el ¿Verdad?.

Asiento y juro que estoy temblando.

Llegamos a la parte trasera y me obliga a poner mis manos en la cajuela del auto, hago fuerza pero es demasiado, es muy pesado para empujar o al menos para mí.

-- Vamos -- me mira -- ¡Jala! -- dice molesto y asiento, empujo con más fuerza y luego el auto comienza a moverse, así que después es más fácil empujarlo porque ya está andando, cuando llegamos a la orilla, el gran auto de casi una tonelada cae al vacío. Tarda unos segundos en el aire y luego, un ruido estruendoso hace eco por todo el lugar, después el fuego envuelve el auto donde estaba sentado hace un par de minutos y escucho una risa, volteo a mi izquierda y veo al tipo maniático reír.

-- Adiós -- dice ese tipo castaño mientras mueve sus manos haciendo un gesto de despedida -- Bueno, tenía que pasar -- me mira -- pueden rastrearnos, así que ahora muévete

Asiento de nuevo y me toma del brazo mientras el arma pega en mi cabeza. Caminamos como una hora hasta que nos detenemos en medio de la nada, solo árboles nos acompañan. Ojalá pudieran ayudarme y darle un ramaso a este idiota.

-- Llegamos -- sonríe, me suelta y se coloca frente a mí.

Volteo a todos lados y no entiendo.

-- ¿A dónde?

-- A casa...

Hago un gesto de confusión y no veo nada, así que hay de tres; la casa se hace invisible por la noche, este tipo tiene alucinaciones, o se fumó algo que es ilegal para este país.

Creo que es la segunda.

-- No estoy loco -- bufa -- ¡eres tan expresivo! -- dice irritado

Mueve su pierna y golpea la tierra, al instante, un ruido se escucha. Hay una puerta ahí abajo pero no es de madera sino de metal. Él se inclina, saca unas llaves de su bolso, me apunta con el arma de nuevo y mientras hace eso, me mira pero abre la puerta oculta con esas llaves.

-- Pasa -- me apunta con el arma y luego señala abajo -- compré pollo -- sonríe.

Camino como él dice y abro mi mente mientras bajo por unas escaleras de madera nueva, repaso mi mente y trato de llegar a una conclusión para poder saber cómo tratar a este hombre.

Él baja después de mí y al terminar con las escaleras, me quedo quieto. El lugar es grande, hay una cama, un sillón, una mesa y hasta una estufa y refrigerador. No sé cómo lo hizo pero aquí todo funciona, encendió la luz.

-- Si te preguntas como hay luz, conozco a un tipo que era bueno con estas cosas... -- ¿También lee mentes? -- Pero si quieres el contacto no te lo daré porque tuve que matarlo -- lo veo sorprendido, lo dice tan natural que asusta -- no podía arriesgarme a que luego me acusara...

«ANÁLISIS»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora