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Si cambiaras tu apariencia radicalmente y no le avisases te apoyaría aunque luego te arrepentieses del cambio.
Era un día relativamente normal, una chica de cabello azabache y ojos lilas caminada por la calle acompañado de su novio.
Había que decir que Víctor llamaba mucho la atención y más de una chica se acercó para insinuarsele, pero como siempre, este las rechazaba, lo que hacía feliz a Brisa de una manera inexplicable.
—El otro día me dijeron que era una demasiado común para estar a tu lado —confesó la azabache—¿crees que debería intentar destacar más?
—Para qué -—cuestionó este— Es una idea estúpida y no necesitas cambiar por alguien más
—Esa frase ya está más que quemada Víctor —dijo la chica alzando una ceja— y lo del cambio de imagen ya lo pensé antes, me parece una pasada como algunos tienen un pelo que destaquen tanto, encima de que les queda precioso de colores blancos y pasteles —sonrió la chica con ilusión al imaginarselo
—¿Tú con eso? créeme, no te quedará bien —se burló Victor de la idea de Brisa
Esta solo le dio un golpe en el brazo con suavidad mientras reía, vaya que Víctor podía ser alguien que la animará a seguir sus sueños. Si, definitivamente el mejor de todos.
Días pasaron y siguió planteándose el cambio de imagen, era algo que ya deseaba hacer desde hace tiempo, y ya había pensado más o menos como lo quería.
Pero... la verdad dudaba bastante era un cambio radical que si no salía bien ya se podía ir despidiendo de su poca dignidad e ir a clases con algo que tapase aquella atrocidad.
Más días siguieron y seguía sin estar segura, pero al final se lo comentó a sus padres, que en principio negaban la idea de que su hija fuese a tener el pelo teñido, o no señor.
—Yo no creo que sea tan malo, podría darle algo más de vida a esta casa —dijo su hermano el cual salía del edificio con un balón de baloncesto
Con ello sabía que su hermano estaba de su parte, y sin poder evitarlo sonrió ante la idea de pedirle que la acompañase a la peluquería, y que luego la culpa se la llevaría ella y él no tendría nada que ver, además de deber le un favor.
Su hermano sonrió, que interesante, pensaba.
—N-no queda tan mal ¿verdad? —preguntaba algo asustada mirándose en frente del espejo
—A mi me gusta —se encogió de hombros
En primer lugar, vaya mandanga les había dado sus padres, y vaya compañeros más metiches y destruidores de autoestima tenía, vaya que preguntar si la menstruación le había subido a la cabeza...
Con eso se empezó a arrepentir, se sentó en un lugar escondido de la secundaria, pero rato después escuchó pasos.
—Te dije que no sería buena idea y que no te quedaría bien —dijo Víctor— pero veo que me equivoqué
—¡Víctor! —sonrió la chica mientras se tiraba a sus brazos
—Pero la próxima vez piénsalo mejor idiota
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