Calum no era un chico complicado. De hecho, era alguien simple.
Asistía a sus clases aunque a veces llegaba tarde, le gustaba leer "La ventajas de ser invisible" entre sus horas libres, prefería hacer sus trabajos en la biblioteca general del campus porque era espaciosa y silenciosa, le gustaba sentarse en parque libres de juegos para niños porque podía disfrutar de su helado favorito sin bulla o alboroto, amaba ir al club de música, le dedicaba su tiempo libre a la fundación de refugio animal y cuando quería pasar una tarde agradable que no fuera frente al mar, iba al café del señor Lee.
Ahí la conoció.
Ella era alguien....peculiar.
Calum notó que era un poco torpe para atender y no entendía cómo no la despedían. Siempre se le caían los granos de café y derramaba algunas gotas de leche, se le sobrepasaba la crema de nata y olvidaba el hielo para los frapuccinos. Empezó a notar también que a veces le servía en una taza un poco más grande de donde realmente se servían los capuccinos. Claro que sin que el señor Lee se diera cuenta. No lo comprendió en ese momento pero fue...peculiar.
Al principio fue ahí donde la vio por primera vez y pensó que era rara la forma en la que sonreía de la nada cuando se quedaba pensando en algo y que después parecía recordar que estaba en el trabajo para volver a la realidad o la forma descuidada de amarrar su cabello. Luego empezó a notarla en la universidad, algunas tardes en la biblioteca central o cerca al muelle cuando pasaba en una bicicleta rosa o inclusive la vio en el parque acariciando perritos (lo cual le causó ternura y le hizo sonreír); hasta verla por primera vez una tarde en el club de música.
Se sorprendió, no parecía ser una chica que pudiera tocar tan bien una guitarra y batería. Sobre todo la última, pues se necesitaba ser tener coordinación y buen ritmo, muy diferente a lo que había notado de ella en el café del señor Lee.
Pretendió no tomarle importancia hasta que la escuchó cantar.
¿No era muda?
Eso fue lo primero que pensó pues desde que la conoció jamás le dijo palabra alguna. Inclusive una vez cuando chocaron cerca a los edificios de sociales; cuando él se quiso disculpar, le dio un ataque de hipo antes de salir corriendo dejándolo con la palabra en la boca.
Rara...muda... peculiar.
Fueron los tres calificativos que la describrían. Ah y un poco torpe.
Pero eso no quedó ahí. La chica, cuyo nombre aprendió y era Nicole; apareció un día junto a uno de sus grandes amigos y ¡Sorpresa! Era la prima de Mitchy Collins.
Aun recordaba lo ansioso que se puso antes de subir al escenario del bar donde pasaba algunas noches juntos a sus mejores amigos y en ese momento, tampoco comprendió el por qué.
Y como decía, Calum no era un chico complicado, hasta que ese día llegó.
Un día normal, con él llegando al café del señor Lee y pidiendo su típico capuccino, después de una tarde de clases seguidas. Lo último que esperó fue que la chica le hablara tan repentinamente
"Me gusta el capuccino"
¿Cómo responder a eso?
"Soy Nicole por cierto"
Lo sabía pero no iba a admitirlo. ¿Por qué? Ni siquiera lo supo.
Tampoco admitiría que se sintió el ser más estúpido cuando extendió su mano para saludarla, como todo un caballero, y terminó siendo rechazado.
Ah. Sin olvidar que luego volcó su taza de capuccino sobre él. Claro que no fue adrede pero lo hizo. Sí, lo hizo. Justo el día que pensaba tener una cita con una chica equis que ya ni su nombre recordaba.
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『 Cómo NO enamorar a tu crush 』 C.H
HumorNunca confíes totalmente en las páginas de internet.