O3: Culpa

182 24 46
                                    

Los días después de ese pequeño acercamiento con Flower habían estado de lo más raros.

Ambos, Fukase y Miku, se comportaban más idiotas de lo normal. Sonrisas repentinas aparecían sin motivos aparentes mientras observaban a la nada, sus miradas llenas de complicidad eran más frecuentes de lo habitual, distracciones por lo más mínimo. La mezcla de todo aquello y más sólo lograba desconcertar a Gumi, no con molestia, pero tampoco con agrado, era confuso, se sentían distantes, no le gustaba sentirlos distantes.

En medio de una amena charla de la que no era partícipe, aclaró su garganta en busca de una pizca de atención.

── ¿Cómo estuvo el examen? ─Preguntó al pelirrojo cuando estos callaron. No tenía idea de si ese fue un tema ya tocado antes, pero su lengua ardía por decir algo.

── Me desvelé estudiando así que quiero creer que bien. ─Respondió rasqueteando su cuello. ── Digo, contesté todo así que...

── Imagina estudiar. ─Se burló Miku, recibiendo de inmediato un codazo por parte de Gumi.

── Sigue así y vas a repetir. ─Regañó, pero la aliviada sonrisa en su rostro evitó que fuera tomada en serio.

Megpoid creyó, rogó porque tras unas pocas risas que compartieron la conversación volviera a correr con normalidad, pero oh Dios el universo la odia, porque justo en el momento en que pensó que un nuevo tema saldría, sólo hubo silencio, y dos cuerpos petrificados mirando hacia la misma dirección.

La muchacha se dio un golpe mental, ni siquiera tuvo que ver lo mismo que ellos para comprender qué pasó.

Flower, eso fue lo que pasó.

Un pinchazo en su pecho le hizo bajar los párpados y centrar su atención en el pasto bajo sus piernas, esperando a que esa chica y su molesta aura desaparecieran del campo de visión de sus amigos lo antes posible.

Supo que había ocurrido cuando oyó a Miku chillar, y levantar la vista sólo para ver sus mejillas sonrojadas se sintió como una patada en los ovarios que casi le hizo vomitar.

¿Qué tenía ella de especial?

Mordió su labio inferior arrancando césped, siendo aquel acto su único desahogo del fuego que se formó en su interior ante los egoístas pensamientos plagados de envidia que le atacaron estando indefensa, sin una armadura que cubriera la desnudez de su tonta piel, todo por un enamoramiento del que jamás podría hablar.

Soltó su labio y exhaló dejando ir la frustración, la envidia, los celos. En lugar de centrarse en esos sentimientos oprimiendo su respiración, se fijó en ambas ingenuas sonrisas que Fukase y Miku mantenían. Ella sonrió también, porque la felicidad de ambos era el premio más ambicioso que sus manos podrían rozar, no planeaba buscar nada más.

No importaba cuánto quisiera tomar a Miku por los hombros y decirle...

Otra vez suspiró, cortándose a sí misma de esas intrusivas ideas.

── ¿Quieren hacer algo después de clases? ─Propuso, porque si no hablaba tendría más tiempo con sus pensamientos, y pasar tiempo con ellos no era algo que le emocionara mucho. ── Podemos ir por un helado, o a mi casa, están mis hermanos pero ni se sienten.

La falta de respuesta ajena le puso los nervios a flor de piel, el sentimiento volviéndose peor cuando Fukase tomó su mano viéndole como si se estuviera muriendo.

── ¿Pasa algo? ─Dudó, confundiéndola.

── ¿Qué?

── Normalmente no nos invitas a algo sólo porque sí. ─Intervino Miku. ── Sólo cuando quieres huir de algo o distraerte, ¿Qué pasa?

El amor (NO) es guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora