Prólogo

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Jimin se encontraba en su habitación, llevaba sus audífonos puestos donde se podía escuchar Euphoria de Jungkook mientras que sus manos acariciaban con suavidad el teclado frente a él. Intentaba buscar las notas para el final de aquella canción, por lo que repetía una y otra vez dicha parte, tocando distintas teclas en busca de la combinación perfecta de notas.

Su vida era bastante común, un chico de 18 años, hijo de padre coreano y madre mexicana, estudiante de segundo semestre de derecho y amante de la música, así como del baile. Vivía en un departamento de dos pisos en un condominio, ubicado en una zona relativamente lujosa de la Ciudad de México junto a su madre, quien era una mujer de 50 años que no aparenta esa edad, no muy alta, algo robusta, cabello corto castaño claro y un rostro amable además de dueña de una de las mejores escuelas de la ciudad; su hermano mayor, el cual tenía 22 años; medía aproximadamente 1.80, de complexión delgada, cabello corto negro, risa contagiosa y extremadamente guapo; también era un estudiante de último semestre de gastronomía; y su gato, un pequeño color negro. Una familia común dentro de lo considerado común en aquel país.

Sin embargo, a Jimin no se le podría describir como un chico común, pues su forma de ser única y espontánea siempre lo había hecho destacar del resto. A primera vista, podría definirse como una persona bastante tierna; no solo por su físico; medía 1.65, de complexión delgada, piel muy clara, cabello negro, ojos pequeños color café y una sonrisa encantadora que siempre era acompañada de un lindo eyesmile, sino por su simple presencia y forma de vestir. Sin embargo, también era un chico divertido, alegre, ocurrente y carismático.

Jimin también era un chico lleno de sueños y metas, tanto a corto plazo como a largo. Es por ello que desde pequeño ha llevado una lista de los mismos, la cual ha sido modificada, ampliada o reducida con el paso de los años. Entre los más importantes para él se encontraban: terminar la carrera, viajar a Nueva York, ver un musical en Broadway, volverse embajador en la ONU, fundar una organización para la protección de las personas vulnerables, ser reconocido por su cuenta artística de Instagram, seguir bailando tanto solo como con su grupo y, a pesar de tener 18 años y ser considerado un sueño ridículo para su edad, conocer a BTS.

Tenía poco de haber comenzado en el fandom, tal vez unos siete u ocho meses, pero ese había sido tiempo suficiente para enamorarse de cada uno de los integrantes, tanto de su físico como de su forma de ser. Sus bromas, sus risas, sus tonterías y su canciones lograban sacarle una sonrisa sin importar lo malo que hubiera sido su día o lo triste que se sintiera. Ellos tenían ese poder, ellos y solo ellos. Fue así que su último sueño había sido agregado a la lista, pues deseaba poder abrazarlos y agradecerles a aquellos cinco chicos por todo lo que habían hecho por él sin siquiera saberlo.

También habían sido ellos su inspiración para comenzar a tocar el piano y sobre todo compartir su arte con el resto del mundo por una cuenta de Instagram que tenía de nombre de usuario @pollito_music, esto debido a que sus amigos le decían que parecía un pollito. En ella compartía videos de covers instrumentales que hacía de sus canciones favoritas de diversos artistas. Así mismo, de vez en cuando, compartía videos de él o su grupo bailando dance covers o haciendo sus propias coreografías. Amaba expresar lo que sentía por medio de la música y el baile y, sobre todo, amaba compartir sus sentimientos con personas que podían estar sintiendo lo mismo que él.

Su grupo de baile, o Lobukis como solían llamarse entre ellos o a la hora de participar en concursos, estaba formado por Jaden, Eva, Vane y Mia, a quienes había conocido en la preparatoria. Disfrutaban juntarse los viernes por la tarde después de la universidad y bailar, ya sea ensayando alguna coreografía, montando una nueva o grabando un nuevo video. Pasar tiempo con ellos siempre le hacía sonreír, eran sus mejores amigos y compañeros de baile, podía contar con ellos en cualquier momento y él lo sabía. Tenía a las mejores personas a su lado y los amaba por ello.

Y aunque su vida parece ser perfecta, no todo había empezado así pues todo lo blanco tiene su contraparte negra y todo lo perfecto, tiene su lado imperfecto. Jimin tiene su pasado, sus recuerdos y sus peores momentos que, aunque los tiene escondidos en lo más profundo de su mente y su corazón, le acompañan a diario y de vez en cuando surgen para después ser regresados a esa cárcel dentro de él.

Pero fue ese día tan común en su vida que una gran noticia llegó literalmente tocando su puerta, pues su madre se encontraba afuera de su habitación, sonriendo como solo ella lo hacía cuando algo bueno sucedía y pidiéndole que se juntara con su hermano en la sala para poder hablar. Jimin se quitó sus audífonos, dejándolos sobre el piano para bajar las escaleras y caminar hasta la sala, donde su madre la esperaba aún con su sonrisa en su rostro y su hermano ya se encontraba sentado sin entender qué era lo que sucedía.

– Les tengo una sorpresa ­– Jimin caminó lentamente hasta su hermano, tomando asiento a su lado – saben que esta semana fue la feria de universidades en mi escuela y fue una agencia que organiza viajes para estudiantes. Hablé con uno de los promotores... – su madre guardó silencio por un par de segundos, haciendo que la emoción en el ambiente aumentara de forma considerable – irán a un viaje estudiantil a Nueva York, en el verano, durante una semana. Asistirán a conferencias, museos e incluso irán a ver un musical en Broadway –

La estancia se quedó en completo silencio por un minuto, antes de que este fuera roto por un pequeño grito de emoción por parte de Jimin, iba a cumplir no solo uno sino dos de sus más grandes sueños antes de lo que siquiera hubiera podido imaginar. Jimin se puso de pie y corrió a abrazar a su mamá, quien le acogió con los brazos abiertos y una gran sonrisa en su rostro para que segundos después, su hermano se uniera a ellos.

Estuvieron así un poco más de dos minutos, Jimin se sentía realmente agradecido con su madre y con la vida por darle aquella oportunidad. Después de que su madre les diera más detalles sobre el viaje, así como la lista de trámites que debían realizar a lo largo de los tres meses que los separaban del gran día, regresó a su habitación con una diferencia notable en la cantidad de felicidad que le llenaba el pecho.

Se colocó una vez más los audífonos e inspirado por la emoción en él, logró conseguir la combinación de notas que necesitaba en cuestión de 10 minutos. Repasó la canción una y otra vez hasta que esta fue perfecta, para después colocar su celular en el soporte que tenía instalado al borde del teclado y grabarla. Una vez que tuvo el video, se recostó en su cama, editando el mismo para que la iluminación y el audio estuvieran en la mejor calidad para después subirlo a su cuenta de Instagram.

Y con aquella ilusión, felicidad y emoción recorriendo cada centímetro de su cuerpo, se quedó profundamente dormido, sin saber que aquel viaje le cambiaría la vida, aunque no de la forma en la que él creía. Porque en ese viaje descubriría que todos los sueños se vuelven realidad.

All dreams come true. (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora