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16 ᴅᴇ ɴᴏᴠɪᴇᴍʙʀᴇ, 2038
「19:54:34」
Desde el banco en el que estoy sentada puedo ver a gente pasar.
Coches emiten luces al pasar raudos por la encharcada carretera mientras la lluvia distorsiona su resplandor y humanos y androides caminan juntos a pesar de la distancia que ellos mismos han creado. Que nosotros hemos creado. A pesar de haberlos estudiado con antelación, Daniel fue el único androide con el que traté directamente. Pero... ahora está Connor.
Nuestra relación no había empezado de buena forma y quizás, solo quizás, era culpa mía. Es decir, le había echado la culpa nada más llegar, le había pegado y aún así el siempre me había tratado demasiado bien para lo que me merezco... Sí, es culpa mía. Y es que me encantaría poder justificar su forma de actuar con la excusa de que le habían creado para ser así pero... la verdad es que ya no estoy tan segura.
Con un gruñido suave por la cantidad de información que ronda por mi mente, escondo la cara entre mis manos intentando alejarme del mundo tan desastroso que me rodea por unos segundos. A parte de todo esto, el caso sigue sin resolverse y yo estoy resultando más bien inútil para la investigación. Mi cuerpo tiembla un tanto por el frío y la lluvia mientras recuerdo la promesa que le hice al capitán Fowler, la cuál no estoy cumpliendo como debería.
Soy un desastre.
—¿Cuánto tiempo lleva aquí, señorita Philipps? —Su voz me trae de vuelta a la realidad de un sopetón.
Está cruzado de brazos y por un momento su postura me recuerda al teniente, pero pronto me doy cuenta de que se trata de mi compañero quien permanece de pie a mi lado. Ignoro el nerviosismo molesto que me provoca su presencia antes de contestar.
—Solo un rato. —Aseguro a pesar de que el no parece muy convencido.
—No ha entrado a su casa. —No es una pregunta. Un nuevo escalofrío me acaricia la espalda cuando alza la vista hasta el ático con el ceño fruncido. —¿Por qué?
—¿A que has venido Connor? —Mi tono sale más cortante de lo que me gustaría pero el no se lo toma a mal sino que asiente como si se hubiera olvidado por un instante de su cometido, cosa que es impensable.
—Tenemos un nuevo caso y, aunque el teniente dijo que debería descansar, creo que usted se enfadaría si no la hubiera informado. —Como si nunca hubiera estado en tensión, una sonrisa se me escapa sin poder evitarlo. El me imita complacido al ver mi reacción. —Pero antes, tenemos que encontrar a Hank.
Antes de que volvamos al tema de antes, me apresuro a caminar junto a él hacia el taxi donde me deja pasar primero, como siempre. La puerta se cierra y el vehículo se pone en marcha cuando Connor le da la dirección. Después solo escuchamos el motor junto con el resto de coches que pasean por la carretera encharcada provocando pequeñas olas al pasar que por suerte no empapan a nadie ya que las calles se encuentran prácticamente vacías. Apoyo el mentón en mi mano mientras continuo observando en silencio a la calle y rezando para que Connor no vuelva a preguntar.
