Mi mujer

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Un viernes después de una semana cansada en la oficina fui a traer a mi mujer.

Había un tráfico intenso y yo tenía dolor de cabeza. Me estacioné en la calle frente al edificio en donde trabajaba y apenas distinguí su uniforme y su silueta, quité el seguro de la puerta del copiloto. Entró, nos dijimos hola y arranqué.

Estaba tan agotado que me pareció que era una sombra la que entraba. Ella dijo que estaba muy cansada.

Media hora después sonó el celular; era el número de mi mujer. Hasta entonces me di cuenta de que no era mi esposa a quien llevaba conmigo

Lo primero que pensé cuando vi el número fue que el teléfono estaba funcionando mal. Luego volteé al asiento del copiloto y vi a una mujer dormida que no era mi esposa. No tenía idea de quién era. Contesté el celular y mi mujer me dijo que me estaba esperando. No podía decirle que me había equivocado y ahora llevaba a otra persona, así que le dije que iba para la casa porque tenía dolor de cabeza, que me disculpara. Dijo algo que no recuerdo y colgó molesta.

Después de colgar el teléfono me eché a reír. La mujer que me acompañaba no parecía ser peligrosa y supuse que ella también se había confundido con el carro de su novio o marido. La vi tan plácidamente dormida que no quise despertarla. La sorpresa me quitó el dolor de cabeza y el cansancio. Volteaba a ver a la durmiente de al lado y me reía solo. Ya había oído de gente que olvida a su pareja en una gasolinera, pero no que se confundieran así.

La pasajera desconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora