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Jungkook, normalmente, solía despertarse por las múltiples alarmas que ponía. Su sueño era algo pesado, además de que solía ignorar las dichas alarmas y seguía durmiendo por otro rato hasta que sonaba nuevamente su teléfono. Siempre fue así.  

O por lo menos, así era hasta aquella mañana, cuando el bullicio que se escuchaba por afuera de su casa rodante fue tanto que terminó por despertarlo, escuchando como golpeaban con insistencia su puerta y el vehículo se movía levemente.

Desconcertado, molesto y adormilado, se levantó de su cama rápidamente. Mareandose un poco y gruñendo por lo bajo cuando sentía que poco a poco los ruidos se hacían más fuertes, causándole un dolor de cabeza.

A su lado, Byul seguía a su dueño, alterado igualmente por el sonido de distintas voces por fuera de la casa rodante, e igualmente por los golpes que se escuchaban.

El pelinegro asomó su cabeza para ver hacia la pequeña sala donde estaba Taehyung, donde se encontraba la puerta que era golpeaba. Frotó sus ojos por el sueño, intentando despertarse por completo, y detuvo su mirada un momento en el adolescente que se encontraba actualmente despierto.

Taehyung se mantenía sentado en el sillón, abrazándose a sí mismo mientras miraba fijamente una de las pequeñas ventanas de la casa rodante, sus ojos abriéndose en demasía mientras que de los mismos varias lágrimas caían, temblaba en su lugar. Notándose realmente asustado y tenso.

Jungkook frunció el ceño, y miró hacia el mismo lugar. Viendo finalmente la causa del llanto de su rehén.

En la ventana, varias personas golpeaban con insistencia, maquilladas de distintas formas, algunos como payasos, otros como animales, algunos simplemente con sangre encima suyo. Todos portaban cuchillos en sus manos o alguna que otra pistola. Sonreían mientras miraban fijamente a Taehyung, intimidandolo, alterandolo, y sobretodo, asustandolo.

—¿¡Qué mierda hacen!?—Gritó Jungkook con rabia, golpeando el vidrio de la ventana para alejarlos, y segundos después corrió la cortina para que dejen de ver al interior de su hogar.

—¡Jungkook, sal de ahí!—Se escuchó por el otro lado de la puerta, siendo golpeada unas cuantas veces más. El pelinegro reconoció la voz de Namjoon entre todo el bullicio y se acercó hacia la puerta a paso rápido, preparándose mentalmente para darle un golpe en medio de la nariz por interrumpir así su sueño, y además, asustar así al mocoso que tan tranquilo había estado desde la noche anterior.

Abrió la puerta con enojo, asesinando a prácticamente todos con la mirada, y causando así que todos, absolutamente todos, permanecieran en silencio.

Se extrañó al notar como básicamente todos los trabajadores del circo estaban enfrente de su casa, observandolo como si de alguno de sus espectáculos se tratara. Y tal vez, no estaba tan lejos de ser así.

Enfocó su mirada en Namjoon, cuestionandole con la misma que mierda era lo que estaba sucediendo. Y al parecer, el presentador del circo entendió, ya que sonrió en grande y acercó su rostro hacia el de Jungkook, rozando sus narices.

—Buenos días, Jungkook —dijo el pelinegro mayor, sonriendo con socarronería, y haciendo que el payaso frunciera el ceño al tenerlo tan cerca—. ¿O debería decir buenas tardes? —Cuestionó, borrando su sonrisa para después fruncir el ceño—. Estuvimos llamandote desde las once de la mañana, Kook, es la una de la tarde. —Acusó con seriedad.

Jungkook se llevó una mano hasta su rostro, cubriendo su nariz con disgusto al sentir el aliento del mayor cerca suyo.

—Primero que nada, deberías eliminar el aliento mañanero antes de hablarme, gracias —empujó al contrario con un poco de fuerza, apartándolo y haciendo que varios de sus compañeros de trabajo rieran bajito. Y a la vez, deleitandose con la mirada de indignación que le otorgó Namjoon—. Segundo, ¿Qué mierda haces? ¿Te piensas qué puedes despertarme con tus porquerías de ésta forma?

Clown | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora