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Capítulo 01: Alexander Brown.

Winston Wood, Estados Unidos.
Jueves 16 de mayo, 2018.

—¡Oye! —Ignoré el llamado de aquel chico nuevo que había llegado hoy al instituto. ¿Por qué no simplemente se aleja de mí? Hay otras personas muy felices de darle un recorrido a los chicos nuevos, y yo no soy una de ellas—. ¡Espera!

Doblé por un pasillo a mi izquierda y me dirigí a mi casillero. Este pasillo es conocido como el pasillo de los secretos, ya que nadie más que nosotros sabe lo que guardan estas cajas de metal. Ni siquiera el director. Y eso que el viejo calvo sabe muchas cosas.

—¡Estela! —Dejé mi casillero con la puerta abierta y observé al chico nuevo. ¿Quién le había dicho mi nombre? Aunque dudo que alguien en este estúpido pueblo no conozca mi nombre. Traía su pelo castaño claro desordenado y sus ojos eran de un color verde claro. Demasiados llamativos para un pueblo en donde todos los habitantes tienes un color de ojos oscuro.

Definitivamente, no era de aquí.

Bufé con fastidio al recibir una sonrisa de su parte y volví a centrarme en las cosas dentro de mi casillero.

—He estado llamándote todo el camino —comentó a modo de reproche. Varios alumnos que pasaban por allí se nos quedaron viendo con curiosidad, mientras que otros más descarados murmuraban cosas estúpidas.

Igual de idiotas que siempre, pensé.

—¿Y qué quieres que haga, chico nuevo? ¿Qué te aplauda? —Ni siquiera me molesté en mirarlo. Sin embargo, sabia perfectamente que se había cruzado de brazos y fruncido el entrecejo. Demasiado predecible.

—Vaya genio... —bufó.

—Mira... —Le dediqué una mirada aburrida y molesta y cerré el casillero con fuerza, llamando la atención de más personas chismosas—. Yo no te pedí que me siguieras y me llamaras a gritos. Si lo que quieres es que alguien te enseñe este laberinto, te recomiendo que busques al club de voluntarios. —Le di una sonrisa falsa, me di la vuelta y empecé a caminar hacia la cafetería. Ni siquiera me importó si me respondía. Escuché como el chico de ojos verdes se apresuraba a seguirme, otra vez.

—Hablé con el director —comunicó, aún detrás de mí. Cerré los ojos con fuerza y tensé la mandíbula. Pude escuchar como mis dientes rechinaban por la presión que estaba ejerciendo en ellos.

—Sí, como todas las personas que llegan aquí —hablé entre dientes. Observé a las personas del pasillo en busca de una cabellera negra y unos ojos celestes, sin embargo, fue una tarea imposible cuando habían demasiadas personas caminando de aquí para allá. Estábamos en hora de almuerzo, así que tratar de buscarlo justo ahora no era buena idea.

—... y me dijo que buscara a una chica rubia que siempre está de mal humor. —Detuve mi paso de golpe, provocando que el chico nuevo chocara conmigo.

"Voy a matar a ese viejo calvo", pensé.

Me crucé de brazos y me di la vuelta, él me dio una sonrisa forzada y una risa nerviosa se escapó de sus labios.

—Así que tú dedujiste que era yo. —Lo acusé. El ojiverde tragó saliva y se llevó una mano a la nuca. En su muñeca había una pulsera con un símbolo extraño, pero que combinaba perfectamente con los acabados de la faja que la mantenía sujeta a su brazo. Estoy segura que había visto ese símbolo en una pulsera que yo conservaba, al igual que la de Nick. Solo que la del chico nuevo era de un color café y tenia, lo que creo, es una flor.

—¿Qué? No, si... digo ¡No! —Levanté ambas cejas y moví mi pie con inquietud—. También me dijo tu nombre, ¿Cuál era? Ah, si, Estela Vance. —Dio una palmada y me apuntó. Rodee los ojos y solté un suspiro cansado, ¿Por qué a mí?—. Además, fue fácil encontrarte ya que eres la única chica rubia de aquí. —Bueno, al menos tenia un buen punto.

Somos Cuatro (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora