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"No más celebraciones."

NARRADOR OMNISCIENTE.


La familia D'amelio estaba inmune, Heidi quien era una mujer intachable estaba con una sonrisa arrogante de oreja a oreja. Su marido, Mark, quien se había encargado de pagar hasta su vida para que sus niñas salieran ilesas, prevalecía con sus brazos cruzados y sobrando con la mirada a la simple joven, Caroline.

Chase tomó la mano de ella, apretandola un poco por el nerviosismo y Lin, golpeaba irritantemente su pierna. El abogado de Griffin dio dos golpes reconfortante a su hombro, mientras que el quería hundirse a siete metros de tierra, sin problemas o dolor.

Entendió a su hermana después de hace tiempo, comprendiendo ese amor enfermizo qué tuvo con su ex, Jaden hossler. Si hubiera una palabra qué defina este momento, sin dudas seria, nervios y odio.

Lin no quería perder, no quería ocultarle nada a su hermano, ni tampoco qué el supiera lo qué tenía con Hudson. Su cabeza estaba completamente enredada, el le provocaba algo qué hace mucho tiempo no sentía y algo qué la aterraba más qué a su vida, casi cómo mariposas en el estómago, algo cliché pero con una pizca de verdad.

Nunca creyó que encontraría una salida, nunca creyó qué escucharía nuevamente esos fuertes latidos de su corazón cuando siente su simple tacto, jamás creyó qué ese chico con una sonrisa arrogante, un poco egocéntrico y mal humorado, arrasara por completo con ella.

Él, un chico roto y con una gran capa anti amores, estaría entrando en un gran dilema por Lin.

¿Qué coño me haces?, ¿tú y yo?, joder, eso es imposible—pensaba una y otra vez

Su mano y la suya, sus dedos se acariciaban y para el era el tacto más adictivo de todo el mundo. En fin, el amor, un juego peligroso y llenos de trampas, caricias infinitas y termina acabando en un dolor sin fin.

—La decisión final y el cargó qué deberá cumplir la joven, Dixie D'amelio con 19 años es...

El juez hizo una pausa, mirando finalmente a la familia D'amelio y tragó saliva. Griffin miró el suelo, Lin estaba apuntó de gritar para qué finalmente diga el veredicto pero no podía, no quería otro expediente por faltar el respeto en una corte.

—Disculpen— dijo el juez— ¿saben lo qué más pena me da?

Todos en la corte estaban anonadados, tanto cómo los demandantes, los acusados, policías, testigos y juro qué hasta Dios, estaría en shock.

—Soy juez hace más de quince años, he vivido de esto y jamás, jamás he aceptado un soborno— mirando a Mark

La sala se llenó de un simple murmullo, esperando con ansias qué el juez diga todo lo qué verdaderamente ha pasado.

—Mark D'amelio, tendrás qué ver a tú hija en una simple correccional— golpeando finalmente su martillo —declaró qué la señorita, Dixie D'amelio, tenga una condena de tres años de correccional y en cuanto cumpla los veintidós años, llegue finalmente a la cárcel de Downtown, California por dos años más. No tendrá fianza, es una de las consecuencias qué tendrá qué pagar por el asqueroso sobornó de su padre

Dixie quien estaba con una gran sonrisa, la cambió completamente para romper en un llanto y temblor en sus manos. Heidi, abrazo a su hija y el padre de ellas, comenzó a gritar barbaridades hacia el juez.

¿𝐄𝐒 𝐔𝐍 𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎? / ᶜʰᵃˢᵉ ᴴᵘᵈˢᵒᶰDonde viven las historias. Descúbrelo ahora