Frío.
Hace mucho frío y tengo un fuerte dolor en la parte baja de mí cabeza, dirijo mi mano hasta esa zona y me doy cuenta de que tengo sangre.
¿Me golpeé? ¿Con qué?
Abro mis ojos poco a poco y me confundí al no reconocer el lugar donde me encuentro.
No es mi casa pero, ¿qué hago aquí? Quién me trajo hasta aquí?
Una imagen vino a mi mente muy rápido.
Ojos azules.
Todos los recuerdos vienen a mi mente de golpe. El propietario de ésos llamativos ojos azules no me hizo nada? Solo me abandonó en este lugar? Con qué propósito?
Siento que mi cabeza va a explotar y cierro los ojos para calmar el dolor. Debo pedir ayuda o al menos preguntar dónde me encuentro. Ir a la policía no es una opción, ellos preguntarían por mis padres, los encontrarían y me enviarían de vuelta a casa y yo no pienso regresar.
Me levanté del suelo para intentar ubicarme. Cuando logro tener una vista del lugar me confundo aún más al notar que me encuentro en un parque.
¿Que hago en un parque?
Un frío recorre mi cuerpo y me doy cuenta de algo más, es de madrugada.
¿Cuánto tiempo pasó? ¿Cuánto duré inconsciente?
Miro al suelo y me sorprende ver la mochila con las cosas que tomé de mi habitación, la coloco sobre mi espalda y comienzo a caminar sin saber a dónde exactamente.
[...]
Llevo mucho rato caminando sin rumbo alguno, el sol ya salió hace algunas horas y las personas ya transitan las calles. Aún no se qué ciudad es ésta y no tengo idea de cómo llegué y sigo viva tomando en cuenta que tampoco se cuánto duré inconsciente. Me siento cansada y mi estómago ruge en protesta porque tengo hambre. Pero no tengo la posibilidad de conseguir comida.
O eso pensaba.
Me detengo al ver una de esas tiendas donde venden pasteles y café. Yo nunca he entrado a una, solo las había visto por la televisión y me dió mucha curiosidad así que decidí entrar. No habían muchas personas. El lugar era hermoso y hasta se sentía un ambiente acogedor, las paredes tenían colores en tono crema y decoraciones con dibujos muy bonitos. El sitio tenía mesitas por todas partes y en el centro se encontraba un gran mostrador lleno de muchos postres. Me acerque hasta allí y contemplé cada cosa como si pudiera darle un bocado a todos y cada uno.
Un carraspeo de garganta me saco de mis pensamientos. Era un señor mayor que me observaba.
¿Tienes hambre niña?— me preguntó con una voz muy dulce.
Yo asentí.
— S... Si, señor.— respondí tartamudeando.
Oh vaya, sígueme pequeña.— el señor se giró, pasó tras el mostrador y me observó.—te daré algo para que comas. —dirigió su mano hasta la vitrina abriéndola. —ven, acércate. —yo hice caso y me acerque, cuando estuve frente a la vitrina el señor habló nuevamente. —¿Cuál quieres? —me preguntó señalando los postres.
Yo me encogí de hombros, no sabía que decir. El señor sonrió amablemente y tomó un pastel de chocolate y me lo extendió yo lo tomé agradeciendo y con una sonrisa gigante plasmada en mi rostro.
Me aleje un poco y fuí en dirección a las mesas en cuánto estuve en una devoré el pastel tan rápido que me quedaron ganas de más pero no podía pedirle más al señor ya había hecho mucho por mí y se lo agradecía. Me levanté de la mesa y caminé hacia el mostrador, busque al señor con la mirada para darle las gracias nuevamente pero no lo encontré en ninguna parte así que sólo me giré y salí de la tienda.
Estando ya fuera del lugar caí en cuenta de algo...
Me encontraba sola en un lugar que no conocía y no sabía a dónde ir o a quién pedirle ayuda.Necesitaba ubicarme y por estár pensando en comida no recordé preguntarle al señor de la tienda acerca de dónde me encuentro.
Simplemente decidí no volver a entrar.
Caminaré. Seguiré haciéndolo hasta que mis pies no puedan más.
Quiero asegurarme de estar muy lejos de mi casa.
[...]
No se cuánto tiempo tengo caminando y mi mente me está torturando con un montón de pensamientos por segundo.
No puedo evitar preguntarme si mis padres están bien, si me extrañan por lo menos un poco o si el hombre de ojos azules les hizo algo.
Tal vez no tenga las respuestas a esas preguntas nunca.
Sigo mi rumbo sin ningún destino y ya me estoy comenzando a cansar. Necesito hacer una parada para descansar y conseguir algo de agua.
Me detengo en una parada de autobús dónde se encuentran pocas personas. Me siento sin más que hacer y observo a las personas que suben y bajan de los autobuses y taxis. Puedo observar el atardecer y la noche cayendo, cada vez hay menos personas y yo sigo sentada sin saber a dónde ir
Ésta será la segunda noche fuera de mi casa.
La segunda de quién sabe cuántas.
Y así, entre desconocidos, el anochecer y el ruido de la ciudad, me quedó muy claro algo...
Éste es el comienzo, mí comienzo.
El comienzo de algo que no sé cómo pueda terminar.
Tal vez termine mal o tal vez no tan mal.
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Si, Señor © [Editando]
Roman pour AdolescentsSi todo va más allá de un simple placer las cosas siempre van a ser más interesantes. ¿Y si lo que implica no es amor sino obsesión? ¿Qué podría pasar? Aquí todo tiene un fin, ya sea bueno o malo. ¿Listos para éste inicio? Cada uno de nosotros tien...