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Un gusto, Gardenia.— Habló Anell con una sonrisa amigable en su rostro.

El gusto es mío, Anell.— Respondí yo.

—Espero que nos llevemos muy bien.— Dijo ella caminando en dirección a una cama.— Éste es el lugar donde duermo y aquí ahora dormirás tu también.— Señaló un punto en la cama.

Yo sólo asentí en forma de agradecimiento.

Ella volvió a hablar:

—Ahora, dime cómo fue que terminaste en la calle.—Dijo poniendo en una pequeña mesa junto a la cama las cosas que aún tenía en sus manos, que supongo robó de la tienda.

Bu... bueno es una muy larga historia.— Me puse nerviosa, no quería hablar sobre mis padres.

—Tenemos todo el tiempo del mundo para que me cuentes, es lo menos que puedes hacer cómo agradecimiento por traerte hasta aquí.— Dijo encogiéndose de hombros.

Oh rayos... No podré salvarme de ésta.

—Está bien.— Dije rendida dispuesta a contarle.

Ella dio pequeños saltitos y se subió a la cama sentándose con las piernas cruzadas frente a ella.— Soy toda oídos.

Yo suspiré y senté junto a ella.— Oye si yo te cuento tú me dirás cómo terminaste aquí y por qué me trajiste ¿Ok?.— Advertí antes de comenzar a contar.

—ok.— Exclamó ella extendiendo su pequeño dedo meñique en mi dirección.— Lo prometo por el meñique.

—Por el meñique.— Respondí yo entrelazando nuestros pequeños dedos.

[...]

No se qué decir a todo eso.— Habló Anell con una nota de confusión en su voz.

—Yo tampoco sé que pensar respecto a todo.— Ya le había contado todo a Anell y ella al parecer había quedado muy impactada porque no sabía que decir.

—¿Y si esa persona de ojos azules te conocía? Y por eso te intentó secuestrar.— Preguntó unos segundos después al salir de su asombro.

—No lo creo Anell, yo nunca salí de mí casa y mis padres jamás llevaron visitas. —Hice una pausa bajando la cabeza. —Tampoco sé si tengo más familia. —Mi voz se quebró un poco al decir aquello. —Además esos ojos azules no me son familiares nunca los había visto. —Agregue después un poco más animada.

—¡Todo ésto es un misterio que debemos resolver, Gardenia!.— Exclamó Anell en un grito y sacudiéndome por los hombros.

—Somos unas niñas no podemos resolver misterios, Anell.— Dije de manera obvia.

Ella se levantó de la cama y puso sus manos en sus caderas. —
¿Y eso qué?.— Preguntó ella mirándome a los ojos.

—No lo se Anell yo sólo quiero descansar y no pensar más en mis padres. —Dije poniéndome de pie.

Tal vez no en tus padres pero si en ese tal "ojos azules". —dijo ella resaltando las dos últimas palabras.—Deberías querer encontrarlo.— agregó luego.

Y si, si quiero encontrarlo y saber quién es. Quiero saber muchas cosas pero también quiero ser feliz lejos de todo mi pasado, porque si, eso son mis padres para mí, pasado y nada más.

—No sé cómo hacer eso, Anell. —dije como respuesta intentando evadir el tema.

—Para encontrar, tienes que buscar.— respondió ella encogiéndose de hombros y sentándose de nuevo en la cama. —Ahora vamos a dormir mañana tenemos muchas cosas que hacer. —Dijo soltando un bostezo.

Si, Señor © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora