Epílogo

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Llevar adelante su relación no fue tarea fácil, fue como volver a enfrentarse a la guerra. La primera salida a Hogsmeade trajo muchos problemas.

Cuando Draco era la «medicina» de Hermione, no se dejaban ver juntos, se escondían para besarse y aunque los amigos más cercanos de ella sabían que necesitaba al rubio, no tenían ni media idea de qué sucedia a puertas cerradas. Así que sus besos, sus caricias y sus momentos juntos, habían estado totalmente guardados bajo llave. Tal es así que el día de su primera cita hubieron algunos ofendidos.

El principal fue Ron, quien gritó en tres tonos diferentes de voz, y uno de ellos podía competir fácilmente con una banshee. Harry había tratado de frenarlo pero el pelirrojo sacó la varita en plena calle principal de Hogsmeade y lo petrificó para seguir gritando a su antojo a la nueva pareja, que no hacía nada más que compartir un helado en una de las sucursales de la heladería Fortescue, administrada por los hijos del fallecido señor Florean.

Hermione no se había quedado de brazos cruzados ante los insultos e improperios de su supuesto mejor amigo. Justo cuando iba a batirse en duelo con el chico, Ginny Weasley, quien apoyaba a su amiga, atacó al pelirrojo con un potente hechizo mocomurciélago que envió a su hermano a la enfermería por tres días. Y a Ginny a detención con la profesora McGonagall por un mes entero. Igualmente ella no estaba arrepentida, había adorado callar a Ronald.

Durante varias semanas, muchos los esquivaban en los pasillos e incluso Hermione vió a una de las Patil escupir en su zumo de calabaza una vez antes de clases. Encontraban papeles con mensajes ofensivos en sus pupitres, atacaban a Draco en pasillos oscuros, hasta se creó un grupo de chicos que decían que el rubio quería resucitar al mismísimo Voldemort, por lo que embaucaba a Hermione para utilizar sus conocimientos de mejor bruja de su generación.

La chica estaba teniendo mucha paciencia. Aceptaba con tranquilidad que ciertos compañeros le voltearan el rostro ante su saludo, o que escribieran malas palabras en la puerta de su dormitorio. Entendía que la guerra estaba tan latente y sus compañeros aún estaban tan heridos que no lograban comprender como ella podía fijarse en un ex-mortifago, y ménos aún embarcarse en una relación con él.

Hermione no acostumbraba buscarlo después de clases, pero un día algo en su interior le dijo que debía verlo. Lo esperó en la puerta del castillo cuando terminó su clase de Transformaciones, vió a sus compañeros de Slytherin llegar tras acabar Herbología, pero el chico no apareció con ellos. Fue hasta el invernadero para ver si se había quedado a ayudar a la profesora Sprout, la mujer le dijo que lo vió retirarse junto a los demás.

No le dió mucha importancia al asunto y volvió al castillo, diciéndose internamente que tal vez el muchacho había tomado otro camino y ya lo vería a la hora de la cena. Pero sus alarmas se dispararon cuando Fang comenzó a aullar a la entrada del Bosque Prohibido y Hagrid salió del castillo a zancadas. Hermione vió a la gran mole que era el semigigante acercarse rápidamente hacia ella, y pensó al instante que debido a la velocidad que llevaba probablemente la pasara de largo.

–¿Qué sucede Hagrid? –le gritó antes de que él llegara donde ella se había quedado estática.

–¡Problemas! –le gritó Hagrid– Fang solo aúlla por problemas.

El semigigante pasó corriendo a su lado. La muchacha sacó su varita y corrió tras su amigo lo más rápido que pudo, pero estaban cerca del castillo, el Bosque aún estaba lejos y Hagrid corría demasiado rápido para los pequeños pasos que ella podía dar en comparación.

Una ráfaga de viento pasó a su lado mostrando a su mejor amigo montado en una escoba casi al ras del suelo.

–¡Sube! –le ordenó, pasándole la mano.

The one and onlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora