00. ━ Prologue.

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00 | LA MALDICIÓN

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00 | LA MALDICIÓN.




Stormlands, 07 a. C.


Intentó rememorar cómo había terminado en esa situación, pero no podía estar completamente seguro. Las grandes cantidades de vino en su sistema entumecían su mente y sus sentidos, formular palabras coherentes resultaba ser trabajoso.

Era un milagro de los Dioses que, a pesar del galope de su caballo, él siguiera encima de la montura.

El sueño comenzaba a invadirle, así que tenía que esforzarse verdaderamente en mantenerse despierto si quería evitar caerse y romperse el cuello. Si se moría seguramente su padre pediría a los Dioses que lo regresaran a la vida únicamente para que él pudiera darle la reprimenda de su vida.

¿Cómo había llegado hasta el punto de parecerle divertido arriesgar su vida? Tenía prohibido morirse.

Le costaba entender en que momento le pareció ingenioso escabullirse del castillo para hacer una carrera hasta el pequeño pueblo más cercano. En su defensa, era un día de celebración. ¡Su preciosa y querida Aelarys le había dado un hijo! ¿O era una hija? No lo recordaba.

Oyó carcajadas borrachas a sus espaldas y al voltear la cabeza se sorprendió de ver que los hombres que consideraba sus amigos todavía lo seguían. Pensaba que ellos se habrían caído de sus palafrenes o se detuvieron hacía mucho.

—¡Príncipe Argen!— lo llamaron, haciendo que el susodicho detuviera al animal y lo obligara a girar en dirección al otro jinete—. ¡Los hombres de tu padre están volviéndose viejos!— exclamó Arrec Thunderworth, su primo por parte materna, antes de estallar en risas al igual que el resto del grupo.

El príncipe heredero de Stormlands también estalló en carcajadas, más por la ebriedad que por aquellas palabras.

—Si vas a ser rey, primo, asegúrate de que esos no sean tus guardias, de lo contrario, no esperes que actúen con rapidez a la hora de salvarte la vida.— el hermano menor de Arrec, Arwen, bromeó esta vez.

La realidad lo golpeó, haciéndole fruncir el ceño. Fue imposible para el joven no vocalizar su confusión—. ¿Acaso estábamos huyendo?

Las risotadas volvieron a llenar el ambiente.

—¡Siete Infiernos, príncipe Argen!— habló Arlan Estermont con burla, motivado por el exceso de vino—. ¿No lo recuerda?

—No.— gruño, porque pese a su ebriedad, era demasiado orgulloso para permitir que se burlaran de él. Alzó una mano hacia su frente, en busca de apartar los cabellos negros que le habían quedado pegados por el sudor—. Infierno sangriento, mi padre va a matarme cuando regrese.— dijo, bajándose de su corcel. No le agradó que las palabras se trabaran en su lengua.

LOYALTY ━ aegon's conquest.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora