Capítulo 1

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El olor a flores estaba impregnado en todo el lugar, Lisa, quien era la ayudante de la señora Boofe, sonreía mientras cortaba parte de los tallos para después ponerlas en un ángulo específico en un florero.

─Lisa, cariño, ¿Cómo vas con el ramo? ─

La mencionada voltea a ver a la señora Boofe, quien va entrando al lugar con una canasta de algunas flores sencillas que servían de decoración.

─Estoy por terminar ─ Lisa sonríe un poco mientras gira la cabeza y sigue en lo suyo de nuevo.

─Que bueno, en realidad quería pedirte que llevaras tú el ramo al castillo ─

─ ¿Por qué? ─ pregunta ella asustada y girando su cabeza de nuevo para encarar a la señora Boofe.

─ ¿No quieres? ─

─No es eso, yo... nunca he estado en el castillo ─ confiesa lisa.

─No te preocupes, solo tienes que llevar el ramo al castillo y entregarlo a algún sirviente, decirle que son las flores para el rey ─

Lisa quería refutar, pero parecía que la señora Boofe estaba más ocupada en separar las flores y ordenándolas por colores. Con un suspiro de derrota asiente.

─Vale, iré a dejarlo tan pronto termine ─

Dice ella mientras se gira de nuevo para seguir con el ramo, ahora que sabía que tenía que ir al castillo, no podía evitar sentir unos enormes nervios. Nunca había estado ahí y solo había escuchado cosas malas del rey, por ejemplo. El rey era despiadado, frío y sin sentimientos, era un tirano que había ascendido al trono derramando sangre y a una temprana edad.

La magia en este reino era normal, pero solo pocos podían usarla, era por eso que esas personas o bien, trabajaban en el castillo o se dedicaban a delinquir.

[...]

Lisa camina por el gran jardín, mirando hacia todos lados, desde hace más de media hora que había estado caminando para poder llegar a la entrada del castillo, pero parecía que el camino no tenía final.

─ ¿Qué tan lejos está la entrada? ─ se quejó un poco.

Cuidando el ramo de flores que tenía en sus manos siguió caminando.

El inmenso castillo un gran jardín, uno muy bien cuidado, sería la envidia de cualquier aristócrata en todo el país, incluso del mundo.

Lisa aprovecho el camino tan largo, observando todo a su alrededor, viendo desde pequeños arbustos muy bien cuidados hasta unas preciosas flores de diferentes colores.

Se debió un poco del camino cuando encontró una especie de flor muy difícil de encontrar, la cual era muy extraña, por no decir imposible de conseguir. Sonriendo se acercó, agachándose un poco para poder observar mejor las flores. Las olisqueó un poco, maravillándose por la fragancia.

─ ¿Quién eres tú? ─ Lisa pega un brinco en el lugar, poniéndose de pie de inmediato─ ¿Qué haces en este lugar? ─

Lisa no sabía qué decir, estaba nerviosa y asustada de haber sido atrapada mirando las flores del castillo.

─Yo... ─ pero su voz salía temblorosa.

La persona frente a ella era alguien muy importante y ella los había, claro que sí. Con una sola palabra de él, fácilmente ella perdería la cabeza por irrumpir en el jardín real. Después de todo era el rey.

─ ¿Cuál es tu nombre? ─ preguntó de nuevo él, Lisa tragó en seco al escuchar una pregunta más. Ella ya no podía hacer como que no escuchaba nada.

Es por eso que decide armarse de valor y decir su nombre, tal vez lo quiera para poder mandar a alguien a castigarla con la pena de muerte.

─Soy Lisa, mi señor ─ dice ella con su debido respeto.

─ ¿Qué es lo que estás haciendo aquí? ─ pregunta de nuevo él.

─Estoy entregando este ramo de flores para el rey, pero me he perdido de camino hacia el castillo ─ confiesa ella, pidiendo internamente por su vida.

─Es así... ─ el rey la mira por unos segundos más y después se da la vuelta, Lisa se le queda mirando, confundida─. Sígueme ─ pide él.

Ella no está en condiciones de negarse a las órdenes del rey, pero no puede evitar sentir las ganas terribles de salir corriendo y ponerse a salvo.

El rey despiadado, frío y sin sentimientos tal y como lo contaban los rumores, estaba frente a ella, el rey Jungkook ahora mismo estaba guiándola a un lugar, que bien, podría ser el lugar de su muerte.

[...]

Lisa se vio totalmente sorprendida cuando el rey la condujo hasta la entrada del castillo en vez de conducirla a las mazmorras para su castigo. Grande fue su sorpresa cuando él solo la dejó en la entrada y se perdió dentro del castillo.

Su primera impresión había sido buena, muy diferente de lo que contaban los rumores, tan distinto. Claro que se veía muy serio, además de algunas facciones endurecidas por su ceño fruncido, pero había sido lo suficientemente amable como para conducirla a la entrada.

Hilo Rojo /J. JK./Donde viven las historias. Descúbrelo ahora