❛Voy a ir a Nueva York. Y vamos a ser famosos. Y Red me va a llamar. Me va a llamar y me va a pedir entradas para nuestro concierto y, ¿sabes qué le voy a decir? ¡Le voy a decir que no! ¡¿Escuchas eso, Red?! ¡NO TE VOY A DAR ENTRADAS!❜
¡Son los 70...
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❛ such an evil child ❜
Cuando Marty llegó a su casa aquella noche, no estaba sola.
Sabía que era un error, haber aceptado la propuesta de Chip de llevarla, pero el alcohol y la hierba hacía efecto en el sistema, y ya sería un error por la mañana, de resaca, cuando sintiese vergüenza al recordar los hechos. Por ahora, era divertido.
Sus manos no lo abandonaban, removiendo su pelo y desabrochando su camisa, desesperada, como si fuese lo único que la uniese a la tierra. De alguna manera, así era.
Cuando le soltaba, cuando él le pedía que esperase con una carcajada, tratando de concentrarse en la carretera, y ella se cruzaba de brazos intentando contenerse, no había distracciones, y flotaba. Flotaba en un mar de luces y pensamientos, y su mente viajaba hasta su casa.
Su antigua casa. En donde había crecido, donde había caminado y hablado por primera vez, donde había dado su primer beso, donde había sido su primera vez. Donde ya no era bienvenida.
Pensaba en ella a menudo, y en sus residentes, pero no de esta manera. No hasta el punto en el que temía despertarse y descubrir que la casa de los Forman se había consumido en un fuego inexplicable, para luego acordarse de que había sido ella, ebria, la noche anterior. No hasta el punto de necesitar a Chip. Necesitarle.
Marty no necesitaba a nadie. Quería a algunos, pero no les necesitaba. Pero aquella noche necesitaba a alguien, a cualquiera.
Porque cada vez que cerraba los ojos, se los imaginaba, rodeando la mesa de la cocina y disfrutando de una deliciosa cena casera. Sin ella. Otra vez.
Está bien, esta vez quizás era su culpa. Al fin y al cabo, Kitty se había esforzado por llamarla al trabajo. Aquella llamada la había dejado vulnerable, expuesta, y era el motivo de su miserable estado. Porque la habían invitado. La habían invitado a cenar.
Suena mundano, pero teniendo en cuenta la relación de Marty con su familia, aquello era un gran evento. Normalmente, y sin remordimiento alguno, llamaban a la casa, e invitaban a su abuela a cenar. Y ella la observaba, mientras Bernice hablaba con aquellos que la habían destrozado, acordando una hora de la recogida. Horas después, aparecía Eric, en su Vista Cruiser. Y Marty se escondía en su habitación, esperando al sonido del motor alejarse por la carretera.
Dolía, pero tenía la casa sola por algunas horas así que compensaba.
Pero la habían invitado, y las palabras textuales de Kitty habían sido;
--Eric va a recoger a tu abuela a las ocho, solo tienes que estar ahí.
Así que, naturalmente, Marty se había marchado a las ocho menos cinco, y se había colocado como nunca antes lo había hecho.
