Mi abuelo solía arrojar botellas al mar con pequeños trozos de papel adentro. Había hecho esto casi a diario durante sus últimos días de vida, cuando lo hacía veía pequeñas lágrimas surgir de su rostro. Aquella mañana cuando entramos a su alcoba y yacía lívido en su cama, una botella que no alcanzó a arrojar reposaba sobre su escritorio, al extraer el papel de esta, su único párrafo melancólico clamaba: ¡Devuélveme a mi amada, te lo suplico!
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El morador de las estrellas
Short StoryConcebidos en las entrañas del alma, mientras que la oscuridad consumía los últimos vestigios de la luz, "El morador de las estrellas" recopila una serie de microrrelatos, tejidos con las hebras de la incertidumbre y el desasosiego. Maculando las pa...