Dylan y Thomas iban felices por las calles tomados de la mano, pararon a comprar un chocolatito y una señora cerca a ellos los empezó a mirar feo.
Dylan se lo dijo a Thomas, este, como siempre, prefirió no decir nada, "Nunca ganas nada peleando, Dyl."
Sin embargo, Dylan, quien había sufrido mucho para llegar a este momento de su vida, no se iba a quedar callado. Decidió no hacerlo más desde que empezó a salir con Thomas, "¿Qué tanto mira? ¿Acaso le molesta la feliz vida de otros, vieja amargada?"
El rubio abrió los ojos sumamente sorprendido, ¿Dylan hablando así? Imposible.
La señora no se quedó callada. "Lo que me molesta, castañito, es que imbéciles como tú salgan sin mascarilla."
Thomas se tapó el rostro, "Ya decía que algo olvidábamos..."
Rojos de vergüenza se dieron media vuelta de regreso a su departamento, Dylan se acercó a él como perrito regañado, "T-Rex..." "No digas nada. Hablamos en casa." El otro asintió con pesar y rozó la mano de Thomas con la suya, como quien no quiere la cosa. Suprimió una sonrisa y tomó la mano de Dylan entre la suya. "Eres un idiota Dyl," "Lo sé. Pero igual me amas." Sonrió, "Sabes que sí."
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