Wolfrey

A-1

Si notan cualquier falta ortográfica, les agradecería mucho que me lo dejasen saber. :3

🌑

Mis manos eran de un cadáver.

No tenía dudas.

Siempre me había preguntado por qué eran así; como un glaciar de frías y blancas, muy muy pálidas. Como si la sangre no me corriese en esa parte del cuerpo y ellas le perteneciesen a una vampiresa de cuello largo y cabello de látigo. Me llenaba de ilusión pensar en esa absurda posibilidad, pues si fuese una chupa sangre, hubiese sido muy, pero muy sexi y tal vez con ese aspecto llamase la atención de cierto chico que me tenía hablándole al techo todas las noches y que cada vez que veía, se me escapaba el aire y, aunque me diese vergüenza admitirlo, la saliva, y no sabía qué hacer... bueno sí: el ridículo.

—¿Hooola? Fluore, ¿me escuchaste?

Me entretuve demasiado descifrando el origen de mis manos, amiga.

—Sí.

—Tal parece que habrán chicos de nuevo ingreso.

Esta vez presté atención a sus palabras. Alcé las cejas sin ocultar mi entusiasmo. ¡Ya era hora! Estaba cansada de ver las mismas caras, creo que por eso siempre ansío un nuevo inicio escolar. Observé los hermosos ojos marrones de Medvedev preguntándome porqué los despreciaba tanto.

—También escuché que Wolf competirá en su último año.

Wolf.

Suspiro idiota en 3...2...1...

Suspiré y Med negó con una risilla pegada al rostro.

—¿De verdad? No que los de último año no pueden competir —argumenté confundida.

Los torneos atléticos de este internado siempre habían sido limitados hasta los de penúltimo año, porque los de último deben estar centrados en sus estudios, ya que esta correccional digo, institución ha tenido el prestigio de ser una de las mejores a nivel académico, con un alto índice en todo el estado. Que uno de los estudiantes ''estrellas'' obtenga un denegado de parte de una universidad sería un bajo de nivel automático.

—Pues eso es lo que se supone —mencionó frunciendo la cara—. No lo sé, tal vez la dirección le bajó dos rayas a su exageración de reglas —alzó los hombros restándole importancia. Descuidada, tomó un sorbo de su bebida.

—¿Tú crees? —cuestioné girando un poco la cabeza y achicando mis ojos.

Que sucediese eso implicará muchos cambios junto a unas futuras ganas de que la tierra nos tragase.

—Sí, estamos jodidas —Med pensó lo mismo que yo.

¡Trágame tierra desde ya!

—Ya puedo tener una idea de nuestro castigo.