— ¡Erick! ¿Estás escuchándome? ¡Erick!
Parpadeó varias veces y volvió al presente, a la cafetería donde estaban. Frente a su amiga. La miró por un momento, se dio cuenta que contenía la respiración. Estaba mareado, por un momento pensó que se desmayaría, pero sería un escándalo y no quería eso. Por supuesto que no así que optó por intentar controlarse. Desde que la perdió se volvió explosivo y no quería una escena, sería algo impropio y a la vez muy común en él. Quizás era algo egoísta aunque no comprendía la razón.
— ¡Oye!
Sus ojos enfocaron bien y entonces vio frente a él a una mujer con el cabello negro y la frente contraída. Lo miraba fijamente, no sabía si esperaba o evaluaba su reacción. Le pareció curioso, sabía que estaba incómoda pues tenía años de amistad con esa chica y ahora la observaba con incertidumbre, como si no la conociese de nada.
— ¿Estoy aburriéndote? Porque puedo irme si no quieres hablar—. Dijo enojada mientras se cruzaba de brazos.
El aire estaba inundado por muchos olores pero el predominante era el café. En la mesa frente a él había una taza humeante y había una dona rellena de chocolate con apenas un par de mordiscos. Recordó que no era fanático de las comidas dulces así que supuso que no era suya. Claro, había olvidado que a su amiga le gustaba el chocolate por sobre todas las cosas.
— Lo-lo siento— Habló inseguro—. Yo… me perdí por un segundo.
— ¡Ya lo noté! Últimamente te pierdes demasiado— Tomó un sorbo de su café mientras lo miraba—. Túme pediste reunirnos así que tú dirás que sucede.
Tragó grueso y con dificultad. Buscó en su mente la razón y mientras lo hacía, acariciaba el borde de su taza con el dedo índice. La gente hablaba a su alrededor con demasiada despreocupación ¿Cuándo fue la última vez que había hecho algo así? No podía recordarlo. Era algo extraño para él. Otra vez esa sensación de vacío. Había demasiado ruido y eso le molestaba.
— Yo… ah… no… no recuerdo que… era… era lo que te iba a decir—. Confesó al fin.
Ella suavizó el gesto y bajó la miraba con comprensión. Él la miró, ¿Por qué se ponía de esa forma? Parecía triste y le resultaba perturbador que ella lo mirase con esa tranquila familiaridad de siempre, sabía que lo estaba escrutando con la mirada. Supuso que era evidente que después de tantos años debía conocer ciertas actitudes ajenas a lo que él era hace dos años.
— Erick. Por favor— Pidió en susurro—. Sé que lo sigues pensando y ha pasado tanto que creo que debes olvidar lo que pasó. Creo que…
No. No podía pedirle eso. Negó con ligereza y tensó la mandíbula mientras lo hacía. Por un momento estuvo tentado a liberar su reciente enojo golpeando algo, era lo que hacía desde hace un tiempo. Miró a la ventana a su lado. Las personas afuera caminaban despreocupadas. Las contempló por unos instantes sintiendo como algo cobraba vida en su pecho, algo que había intentado controlar por bastante tiempo según su percepción.
— ¡Cállate!—. Ordenó en un susurro mirándola de nuevo— No vuelvas a mencionar…
Dolor. Un enorme vacío se instaló en su pecho. Apretó los puños sobre la mesa. Estaba enfurecido ¿Cómo se atrevía a pedirle eso? Ella estuvo ahí. Se llevó una mano al pecho y se apretó la camisa negra hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Iba a decir algo más pero la mano de ella se posicionó sobre la de él. La miró y notó la preocupación y desesperación en sus ojos. Pasaron segundos para que se calmara y relajara su semblante. No podía pensar ni actuar con claridad y menos con tanta gente.
— Lo siento—. Dijo ella— Solo que han pasado dos años y sigues torturándote por lo que pasó.
Le dio un sorbo al café, ¿De verdad había pasado tanto tiempo? Parecía mucho menos desde su perspectiva.
Se quedaron callados por unos momentos. Ella al final suspiró mientras negaba y buscó con cierta indecisión en su bolsa un sobre blanco elegantemente decorado en los bordes con tonos dorados. Ella sonrió sin mostrar sus dientes y luego se encogió de hombros solo tratando de adivinar lo que pasaría después. Él miró el sobre y luego a ella que se pasó la lengua por el labio inferior para humedecerlo. Al tomarlo en sus manos para abrirlo ella habló juntando las manos sobre la mesa para empezar a juguetear con ellas.
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La Ausencia del Amor
Romance¿Cómo se supone que te ame cuando ya no tengo amor para dar? ____________ Se prohíbe toda adaptación de esta historia sin autorización previa.