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Me sentía mareado.

Hoy había un almuerzo comunitario, y el calor era abombante.

Caminé rápido al interior de la iglesia, la cual gracias a dios, tenía aire acondicionado.

Al entrar, Satán estaba ahí.

Me senté al fondo de la sala, sentía como desde sus auriculares esa llamativa música salía, me quedé mirándola para ver como estaba concentrada en ese turbio ritmo.

—¿Qué tanto mirás?

Satán || FillieWhere stories live. Discover now