Capítulo 1: Un nuevo día

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Seungkwan alista apurado su maletín y sujeta bien la bandana en su cuello. Se fija en la hora del reloj, estaba a 20 minutos para llegar al trabajo. Puso la chaqueta blanca en su antebrazo, corrió a la cocina por su envase de café —que por poco olvida en la encimera de la cocina— Recogió sus llaves para dirigirse a la puerta y con las manos ocupadas la cerró de golpe, alterado por la hora. El pelirrojo inicia su camino sin la mirada en frente, en su lugar dejaba las llaves en su maletín y verificaba que llevara consigo unos documentos del trabajo. Sin fijarse por dónde iba, se topó con alguien dejando caer su café al suelo.

Miró al joven frente a él sin poder reconocer quién era. El chico era grande, alto y fornido, mucho en realidad, pero de aspecto espeluznante de los que no hay que fiarte. Lo raro es que no esperaba visitas, tampoco su hermano. Calmándose un poco decidió hablar.

—Hola —espera a que el hombre respondiera, pero no fue así. Tuvo que seguir hablando por una respuesta—.  ¿Buscas a mi hermano?

El chico negó.

—¿Me buscas a mí? —se señaló.

El pelinegro le dio unos papeles junto a una foto.

—Choi —el pelirrojo leyó el nombre escrito en la hoja—. Seungcheol, ex convicto —su expresión se frunció al tratar de recordar ese nombre.

El pelirrojo observó a Choi, su rostro sin expresión y su cabello negro le daban un aura fría y oscura. Entonces su sonrisa se ensanchó, saltó sobre él y lo atrapó en un fuerte abrazo sin importar el hecho de que sus cosas terminaran en el suelo, ni que la hora de entrada en su trabajo excedió el límite.

—No puedo creerlo, eres tú —chilló de alegría en el abrazo. Segundos despues unos fuertes brazos envolvieronsu cintura—. Estoy tan orgulloso de ti. Sé que de ahora en adelante serás una mejor persona. Gracias, no sabes cuánto te lo agradezco.

—Gracias a ti —respondió disfrutando del dulce aroma del hermoso joven que le impulso a cambiar.

3 años atrás.

Eran las 7:30 de la mañana en la prisión. Los guardias de seguridad abrían las celdas guiando a los prisioneros al gran comedor, no precisamente para desayunar, eso sería después de las atenciones. El día anterior por la noche se les comunicó que pronto llegarían los especialistas del personal de la salud para lavarles el cerebro por sus actos cometidos en contra de la ley.

A uno de ellos en especial.

Cada convicto tomó asiento frente a una mesa con las manos esposadas por prevención a que atacaran, luego de minutos de espera las puertas se abrieron y un grupo de profesionales en salud mental entraron con su material listo para realizar su labor. Cada uno de ellos se ubicó frente a un prisionero por mesa. Hubo una excepción para aquel castaño que tropezó con sus pies izquierdos por la rapidez al ingresar, su hora de ingreso era 10 minutos antes que sus demás colegas.

-Buenos días, buenos días -saludó a sus colegas caminando en medio de gran comedor e ignorando los silbidos y halagos descarados sobre su trasero. Pasando de estos se apresuró a llegar a la celda N° 13. Arregló su chaqueta saludando a los guardias.

-Disculpen la demora, no suelo llegar tarde.

-No se preocupe joven, llega a tiempo -tranquilizó el guardia, aunque este sabía de la demora decidió pasarlo por alto queriendo ganarse la confianza del castaño.

-No tiene por qué cubrirme yo me hago responsable. Es mi trabajo -respondió al guardia que intuía un coqueteo de su parte-. Estoy aquí para ver al joven Seungcheol.

-¿Viene a ver al jefe? -tragó saliva al ver que el lindo castaño estaría encerrado con Choi. Abrió la celda entrando junto a él por precaución.

TODA MI VIDA ESPERÉ POR TI: Mi amor vale más que mi tormentoso pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora